China impuso un nuevo arancel del 125% a productos de Estados Unidos como respuesta directa a medidas arancelarias previas de Washington, agravando la guerra comercial entre ambas potencias.

Este sábado entró oficialmente en vigor el nuevo arancel del 125% que China aplicará a todos los bienes procedentes de Estados Unidos. La medida fue anunciada por el Comité de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado como una represalia ante el reciente aumento de tasas impuesto por Washington, que había elevado los aranceles a las exportaciones chinas hasta alcanzar un 145% en total.
Desde Pekín, el Ministerio de Comercio denunció la postura de Estados Unidos como una política de “unilateralismo coercitivo” sin fundamentos económicos reales. Además, en un tono desafiante, aseguró que los productos estadounidenses han dejado de tener presencia significativa en el mercado chino, y que nuevos gravámenes serán irrelevantes, al punto de considerarse una burla histórica en términos económicos.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lin Jian, expresó que China no busca una guerra comercial, pero tampoco le teme. En ese sentido, exhortó a Washington a cesar con sus presiones si realmente desea alcanzar soluciones a través del diálogo. Según Lin, las recientes contramedidas adoptadas por Pekín se justifican en la defensa de sus intereses legítimos y del orden internacional.
China también anunció que planea presentar una nueva demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque reconoció que el alcance de dicha acción será limitado debido al bloqueo estadounidense sobre el órgano de apelación.
Por su parte, el presidente estadounidense Donald Trump reafirmó su intención de contraatacar con mayor fuerza. Su vocera, Karoline Leavitt, destacó que el mandatario confía en lograr un acuerdo favorable para su país y que cualquier represalia terminará perjudicando más a China que a Estados Unidos.
La Unión Europea no quedó al margen del conflicto, advirtiendo que tomará represalias si no se alcanza una solución negociada, pues considera que el impacto económico será más severo para EE.UU. que para el bloque europeo. Mientras tanto, el presidente chino Xi Jinping declaró que su país ha sabido mantenerse autosuficiente históricamente y no teme a represalias irracionales.
Esta última medida arancelaria se produce tras una escalada vertiginosa de tensiones comerciales. El pasado 10 de abril, China ya había aumentado sus aranceles del 34% al 84% como respuesta a un incremento del 50% decretado por EE.UU. Luego, Washington elevó sus tasas al 125%, lo que llevó a Pekín a aplicar la misma cifra en su contra.
En paralelo, el gobierno chino ha intensificado su actividad diplomática en Asia. Xi Jinping se prepara para iniciar una gira estratégica por Vietnam, Malasia y Camboya, buscando fortalecer alianzas económicas y mitigar los efectos de la disputa comercial.
Entre tanto, los mercados financieros estadounidenses se mantienen atentos, ante los rumores de que China podría recurrir a una venta masiva de bonos estadounidenses como medida de presión económica. Aunque la Casa Blanca niega contar con evidencia de tales movimientos, la incertidumbre persiste. Trump, sin embargo, reafirmó la solidez del dólar estadounidense, asegurando que seguirá siendo la moneda de referencia global.