Los narcocorridos, subgénero del regional mexicano, enfrentan crecientes restricciones en México; ya son 10 estados los que han adoptado leyes en su contra.

La controversia por la difusión de narcocorridos en México volvió a estallar luego del fallido concierto del cantante Luis R Conriquez en Texcoco, Estado de México, donde fue obligado a cancelar su presentación tras negarse a cantar corridos por disposición legal. El episodio ocurrió luego de que el municipio implementara, el pasado 9 de abril, una ley que prohíbe expresiones que glorifiquen la violencia en eventos masivos. Ante la negativa de interpretar su repertorio habitual, el artista fue abucheado y el evento terminó con disturbios y daños materiales.
Este hecho puso nuevamente bajo el foco el debate sobre la censura musical y la creciente ola de regulaciones contra los narcocorridos, un subgénero del regional mexicano que ha ganado popularidad gracias a figuras como Peso Pluma, Natanael Cano, Gerardo Ortiz y el propio Conriquez. Aunque el escándalo en Texcoco fue reciente, la polémica en torno a este tipo de canciones no es nueva. Desde los años setenta, cuando Los Tigres del Norte comenzaron a popularizar historias de capos del narcotráfico, el género ha estado en la mira de gobiernos estatales.
Sinaloa fue uno de los pioneros en proponer restricciones en los años ochenta, pero con el paso del tiempo más estados se han sumado al intento de controlar su difusión. Actualmente, diez estados mexicanos han implementado leyes para limitar o prohibir la reproducción pública de corridos considerados violentos o apologéticos del crimen organizado. Entre ellos se encuentran Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Quintana Roo, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Aguascalientes, Querétaro y el Estado de México. Las sanciones van desde fuertes multas hasta penas de prisión de hasta un año.
Además de censurar letras que mencionen drogas o criminales, algunas autoridades han vetado artistas que han desafiado las disposiciones. En 2012, Los Tigres del Norte fueron prohibidos “indefinidamente” en Chihuahua por interpretar narcocorridos en un evento local. Funcionarios justificaron la medida como una forma de hacer frente al clima de violencia ligado al crimen organizado. En contraste, otros como Rafael Valle, director de programación de La Ke Buena Guadalajara, defienden que el género refleja la realidad social del país y que las modificaciones en radio no constituyen censura, sino adaptaciones normativas.
La represión al género no solo ha aumentado en México, sino que incluso ha cruzado fronteras. En marzo de este año, el Departamento de Estado de Estados Unidos revocó las visas del grupo Los Alegres del Barranco, luego de que mostraran imágenes del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación durante una presentación en Guadalajara. Esta acción, inédita hasta ahora, subraya el creciente escrutinio que enfrentan los intérpretes de narcocorridos, cuyo impacto mediático y popularidad han trascendido fronteras.
Pese a la presión, el auge del regional mexicano continúa, impulsado por nuevos estilos como los corridos bélicos, tumbados o verdes. Mientras tanto, el panorama legal sigue evolucionando y deja abierta la discusión entre libertad de expresión, responsabilidad social y seguridad pública.