Con la muerte del Papa Francisco comienza un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia

La muerte de un Papa desencadena una serie de rituales solemnes, procedimientos diplomáticos y decisiones cruciales que marcan la transición más delicada dentro de la Iglesia Católica: la elección de un nuevo Pontífice.

Papa

El 21 de abril de 2025, el mundo recibió con tristeza la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, a los 88 años. Su partida no solo deja un vacío espiritual, sino también humano. Fue un Pontífice que, con su calidez, sencillez y constante defensa de los marginados, transformó la forma en que millones de personas alrededor del mundo se acercan a la fe, al prójimo y a la Iglesia misma. Su sonrisa humilde y su insistencia en “una Iglesia en salida” quedan grabadas en la memoria colectiva.

Con su muerte, se activa el protocolo conocido como sede vacante, que indica que la Santa Sede queda oficialmente sin Papa. A partir de ese momento, el camarlengo, en este caso el cardenal Kevin Farrell, confirma el deceso, sella las dependencias pontificias y rompe el anillo del Pescador, símbolo de la autoridad papal, en un acto que combina solemnidad y respeto.

El cuerpo del Papa Francisco será velado en la Basílica de San Pedro durante varios días para permitir que fieles, líderes religiosos y jefes de Estado puedan despedirse. Su funeral, dirigido por el Decano del Colegio Cardenalicio, se celebrará con sencillez, como él lo deseaba. Su lugar de descanso será la Basílica de Santa María la Mayor, un sitio con profundo significado para él, donde tantas veces acudió a orar en silencio por el pueblo de Dios.

Mientras tanto, la Iglesia entra en una pausa reverente, en la que el gobierno vaticano queda parcialmente suspendido. El camarlengo asume funciones administrativas limitadas, y ningún documento oficial puede ser emitido en nombre del Papa. Inicia entonces la espera del Cónclave: una reunión secreta de cardenales menores de 80 años, que votarán hasta encontrar, con mayoría calificada, al nuevo Sucesor de Pedro. El esperado humo blanco anunciará al mundo que tenemos nuevo Papa.

Francisco no solo será recordado como el primer Papa latinoamericano y jesuita, sino como un padre espiritual que nos enseñó a vivir con misericordia, a amar a los últimos y a caminar sin miedo hacia una Iglesia más justa, compasiva y humana.

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