Blue Prince, la pequeña joya indie que ha conquistado Metacritic y los corazones de miles de jugadores, revoluciona el género roguelike con una premisa tan elegante como intrigante.
En medio del ruido de grandes superproducciones que muchas veces deslumbran más por su presupuesto que por su creatividad, un título modesto ha conseguido lo impensable: colarse en lo más alto de las puntuaciones del año. Blue Prince, desarrollado por el estudio independiente de Tonda Ros, ha demostrado que todavía se puede sorprender con ideas frescas, mecánicas inteligentes y una narrativa que se construye paso a paso, como las habitaciones de su laberíntica mansión.
En este juego, interpretamos a un joven heredero que recibe una oferta peculiar: quedarse con todas las propiedades de su misterioso tío abuelo… si logra encontrar la Habitation 46 en una casa que solo tiene 45. El diseño es aparentemente sencillo pero estratégicamente profundo. Comenzamos en el hall, con tres puertas frente a nosotros. Al abrir una, debemos elegir entre tres opciones distintas para la habitación siguiente. Así, se construye, en un damero 5×9, una mansión única en cada partida. El toque maestro está en que cada habitación puede condicionar las siguientes elecciones, y el avance se convierte en un juego mental de planificación, memoria y deducción.
Aunque el juego se clasifica dentro del género roguelike, aquí no hay disparos ni monstruos: lo que hay es un sistema de puzles tan sobrio como desafiante, una atmósfera densa y un diseño que apuesta por la elegancia, la tensión y el ingenio. En un medio cada vez más saturado de estímulos rápidos y recompensas fáciles, Blue Prince propone algo diferente: el gusto por perderse, por errar, por volver a empezar y entender las reglas ocultas de una casa que parece tener voluntad propia.
Con críticas que lo describen como “una obra maestra de mecánicas puras” y “el mejor juego de puzles desde The Witness”, Blue Prince se ha ganado su lugar no solo como el mejor valorado del año en Metacritic, sino como uno de esos títulos que se recordarán por años por lo que aportaron a los videojuegos desde la modestia.
