Los nuevos aranceles de Trump elevan los costos de importación y provocan aumentos de precios en productos cotidianos, afectando directamente a los consumidores estadounidenses.

Cada vez más empresas están advirtiendo que tendrán que aumentar los precios de sus productos en Estados Unidos, como resultado directo de los nuevos aranceles impulsados por el expresidente Donald Trump. Aunque algunas tarifas fueron reducidas o pausadas, las repercusiones ya se sienten en los bolsillos de los consumidores, quienes han empezado a notar alzas en artículos como carriolas, colchones, herramientas eléctricas y utensilios de cocina.
Empresas como Stanley Black & Decker, Adidas, Procter & Gamble y Hasbro han confirmado que el incremento de aranceles las obliga a trasladar los mayores costos al consumidor. Incluso plataformas populares como Shein y Temu, que antes ofrecían productos baratos gracias a una exención para artículos de hasta 800 dólares, han comenzado a cobrar “gastos de importación”, lo que ha encarecido las compras en línea. Algunas compañías también han dejado de ofrecer productos enviados directamente desde China.
El objetivo de Trump con estas medidas ha sido reducir el déficit comercial, promover la producción local y recuperar empleos en el sector manufacturero. No obstante, varios estudios señalan que el peso real de estos aranceles recae en los ciudadanos y empresas estadounidenses, que enfrentan ahora un panorama de precios crecientes.
Ejecutivos como Joanna Rosenberg, de la firma alemana Zwilling, anticipan aumentos en sus líneas de cuchillería y utensilios de cocina, sobre todo en los productos que se fabrican en China, donde los aranceles pueden superar el 100%. La situación afecta de forma especial a sectores altamente dependientes de la manufactura china, como el de productos infantiles, donde compañías como UPPAbaby, Evenflo, Cybex y Munchkin ya han subido precios o pausado pedidos.
Además, algunas empresas con producción nacional tampoco escapan a los efectos colaterales. Avocado Green Mattress, que fabrica en California, debe importar materiales naturales como lana y látex, cuyos precios también han aumentado por los nuevos gravámenes del 10% aplicados casi de forma general.
Los consumidores, como Michelle Hall o Fátima Ocampo, han comenzado a ajustar sus hábitos de compra, anticipándose a futuras alzas o cuestionando los beneficios reales de estas políticas. A pesar de haber apoyado a Trump con la esperanza de que sus medidas beneficiaran la economía interna, muchos ahora sienten el impacto directo en su economía diaria y expresan escepticismo sobre los resultados prometidos.
Mientras tanto, expertos del sector minorista señalan que las marcas buscan comunicar abiertamente los aumentos para evitar perder la confianza del consumidor. Pero con productos que pronto podrían elevarse hasta un 40% en precio, la carga económica recae ya con fuerza en los hogares estadounidenses.