Papa León XIV ofreció un emotivo y sin precedentes discurso multilingüe, destacando su vínculo con Perú, homenajeando a Francisco y concluyendo con un Ave María por la paz.

La historia de la Iglesia Católica sumó un nuevo capítulo trascendental con la aparición pública de Robert Francis Prevost como el Papa número 267, bajo el nombre de León XIV, quien se dirigió a miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro desde el icónico balcón de la Basílica Vaticana. Su mensaje no solo estuvo cuidadosamente preparado —a diferencia de lo que tradicionalmente ocurre con sus predecesores—, sino que también incluyó una serie de gestos inéditos que lo distinguen desde el inicio de su pontificado.
León XIV abrió su discurso con un saludo cargado de simbolismo cristiano: “Este es el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios”, dijo con voz serena, deseando paz para todos los presentes y para el mundo. Este acto marcó el inicio oficial de su misión como guía espiritual de la Iglesia universal.
Uno de los momentos más emotivos del mensaje fue cuando recordó con ternura y gratitud al Papa Francisco, quien falleció el pasado 21 de abril. «Gracias, Papa Francisco», expresó visiblemente conmovido, evocando la valentía y fe inquebrantable de su antecesor, a quien calificó como una voz de esperanza incluso en sus últimos días.
El discurso también dejó huella por su inesperado cambio de idioma. Por primera vez en la historia moderna del Vaticano, un Papa pronunció parte de su mensaje en español, más allá del tradicional italiano, rindiendo así homenaje a su profundo vínculo con Perú, país cuya ciudadanía obtuvo en 2015 y donde sirvió como obispo en la diócesis de Chiclayo desde 2014. «Un saludo a todos aquellos… en modo particular a mi diócesis de Chiclayo en el Perú», dijo con gratitud a la comunidad que lo acompañó en su camino pastoral.
La jornada concluyó con un gesto igualmente simbólico y sin precedente: León XIV recitó públicamente el Ave María desde el balcón papal, pidiendo la intercesión de la Virgen María por toda la Iglesia y por la paz en el mundo. Este acto, nunca antes visto en una sucesión papal, consolidó la emoción del momento y dejó en claro que su pontificado buscará acercar la espiritualidad al pueblo desde el primer instante.
Este primer discurso no solo presentó al mundo al nuevo líder católico, sino que también marcó una ruptura con ciertos protocolos tradicionales, en favor de un mensaje cercano, multilingüe y lleno de fe, esperanza y unidad.