Rusia se aproxima al millón de bajas en Ucrania, según estudio del CSIS

Un estudio estima que Rusia ha sufrido casi un millón de bajas en la guerra contra Ucrania, reflejando el alto costo humano del conflicto impulsado por Putin.

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Casi un millón de soldados rusos han muerto o resultado heridos desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, según un reciente estudio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington. Esta cifra representa una alarmante señal del alto costo humano que ha implicado el conflicto impulsado por el presidente ruso, Vladimir Putin, desde 2022.

El informe calcula que, hasta la fecha, Rusia ha sufrido unas 950.000 bajas, de las cuales unas 250.000 corresponderían a muertes en combate. El CSIS estima que el umbral del millón de bajas podría alcanzarse este verano, una cifra “impresionante” que, según los autores, expone el “flagrante desprecio de Putin por sus soldados”. Esta guerra ha provocado más muertes rusas que cualquier otro conflicto enfrentado por la Unión Soviética o Rusia desde la Segunda Guerra Mundial.

Aunque tanto Ucrania como Rusia ocultan u omiten cifras precisas sobre sus pérdidas, el informe coincide con las evaluaciones de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido. Estas estimaciones apuntan a que Rusia ha estado perdiendo un promedio de 1.000 soldados al día, entre muertos y heridos. Por su parte, Ucrania habría sufrido cerca de 400.000 bajas, incluyendo entre 60.000 y 100.000 muertos.

Frente a las declaraciones de algunos líderes occidentales que aseguran que Rusia lleva ventaja en la guerra, el estudio del CSIS presenta una evaluación diferente. El centro argumenta que la magnitud de las bajas rusas, sumada a las pérdidas de equipos y al lento progreso territorial, evidencia el pobre desempeño militar del Kremlin. Tres años después del inicio del conflicto, Moscú aún no ha logrado alcanzar sus objetivos estratégicos clave.

El conflicto, tras el fracaso del ataque relámpago inicial en 2022, se ha convertido en una guerra de desgaste. Moscú ha optado por enviar oleadas de soldados en ofensivas sangrientas conocidas como asaltos de “picadora de carne”, con avances marginales. En la región de Járkiv, por ejemplo, las tropas rusas solo han logrado avanzar un promedio de 50 metros diarios, incluso menos que lo logrado por los ejércitos británico y francés durante la batalla del Somme en la Primera Guerra Mundial.

Desde enero de 2024, Rusia ha ganado apenas el 1 % del territorio ucraniano, lo que el estudio califica de “irrisorio”. Actualmente, el Kremlin controla cerca del 20 % del país vecino, incluida Crimea, anexionada en 2014. Pese a los escasos avances, la estrategia militar no ha variado sustancialmente.

Para sostener las enormes bajas, el Kremlin ha recurrido a medidas extremas como el reclutamiento de convictos y la incorporación de más de 10.000 soldados norcoreanos. Sin embargo, ha evitado movilizar a los hijos de las élites urbanas de Moscú y San Petersburgo. En su lugar, ha reclutado en regiones más remotas y empobrecidas, como el norte y el este del país, donde las ofertas salariales representan una oportunidad de vida para comunidades marginadas. Según el estudio, Putin considera a estos soldados más prescindibles y menos propensos a generar disidencia interna.

Mientras tanto, Ucrania —una democracia con una población significativamente menor— enfrenta desafíos propios en la movilización, aunque mantiene su capacidad defensiva con apoyo externo. En Rusia, donde la crítica a la guerra está prohibida, la disidencia ha sido mínima, pero el creciente “costo de sangre” podría, con el tiempo, erosionar la base de apoyo a Putin.

A pesar de haber mantenido la iniciativa militar en los primeros meses de 2024, la naturaleza prolongada y desgastante del conflicto limita las posibilidades de avances contundentes. El informe concluye que la principal esperanza de Moscú para una victoria reside en la posibilidad de que Estados Unidos retire su respaldo a Ucrania. Una decisión de este tipo —como la pausa temporal ordenada por el expresidente Donald Trump— podría cambiar drásticamente el rumbo del conflicto, según advierten los autores.

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