El cambio climático ha favorecido la expansión de garrapatas en Norteamérica, aumentando el riesgo de enfermedades como Lyme, alfa-gal y anaplasmosis.

El aumento de las temperaturas está provocando una proliferación de garrapatas en muchas regiones de América del Norte, lo cual preocupa a los científicos por los riesgos sanitarios que esto representa. Shannon LaDeau, ecóloga del Instituto Cary, relató que su oficina en el valle del Hudson, en Nueva York, ha sido invadida por estos arácnidos, reflejo de un fenómeno que se está extendiendo rápidamente.
Las garrapatas de patas negras, transmisoras de la enfermedad de Lyme, están desplazándose hacia el norte; mientras que otras especies exóticas como la garrapata de cuernos largos y la garrapata estrella solitaria —capaz de inducir alergia a la carne roja— se están expandiendo hacia el oeste, el medio oeste e incluso Canadá. Algunas especies, como las de cuernos largos, pueden reproducirse de forma masiva e incluso sin necesidad de un macho, lo que acelera su establecimiento en nuevas zonas.
Este crecimiento y expansión tienen como factor principal al cambio climático. Las estaciones cálidas más prolongadas permiten que las garrapatas y los animales que las transportan, como ratones y ciervos, sobrevivan con mayor facilidad. Además, estas condiciones favorecen que estén activas durante casi todo el año. Por ejemplo, en el sur de Quebec, se han detectado garrapatas buscando huéspedes incluso en diciembre.
La implicación para la salud pública es significativa. La incidencia de enfermedades transmitidas por garrapatas, como la de Lyme, ha aumentado de forma constante durante tres décadas, y otras como la anaplasmosis, babesiosis y fiebre maculosa de las Montañas Rocosas también están en alza. Más preocupante aún es la posibilidad de que una sola garrapata porte múltiples patógenos, lo que complica el diagnóstico y tratamiento.
Frente a esta amenaza creciente, los expertos recomiendan tomar precauciones básicas. Se sugiere vestir ropa que cubra bien el cuerpo, aplicar repelente con DEET en la piel y permetrina en la ropa, y realizar inspecciones minuciosas después de estar al aire libre. Las garrapatas suelen buscar áreas cálidas y húmedas del cuerpo, como axilas, ingle, detrás de las rodillas y el cuero cabelludo. Si se encuentra una garrapata, debe retirarse con pinzas lo más cerca posible de la piel, sin girar ni aplastar.
A pesar de que muchas enfermedades requieren que la garrapata esté adherida por varias horas para transmitir infecciones, no todas siguen esta regla. Por eso, ante cualquier síntoma inusual tras una picadura, es importante acudir de inmediato a un médico. Con la expansión de estos insectos impulsada por el clima y otros factores ecológicos, la prevención y vigilancia son clave para mantener a raya los riesgos sanitarios.