La guerra en Siria continúa debido a intereses foráneos, crisis humanitaria, un gobierno autoritario, divisiones sociales y el fracaso de la diplomacia, lo que complica cualquier intento de paz duradera.
A medida que las fuerzas rebeldes lanzan su mayor ofensiva en años contra el régimen de Bashar al Assad, la guerra en Siria vuelve a ocupar el centro de atención mundial. El ataque, liderado por la milicia islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), ha permitido a los rebeldes tomar el control de Alepo, forzando a las tropas gubernamentales a replegarse. Este resurgimiento de hostilidades ha llevado a Rusia a realizar sus primeros ataques aéreos en Siria desde 2016, alimentando los temores de que la paz sea aún un sueño lejano.
Desde 2018, Siria ha estado dividida en áreas controladas por el régimen de Assad, fuerzas kurdas y grupos insurgentes, lo que ha complicado aún más la situación. A continuación, se presentan cinco factores que perpetúan este conflicto:
1. Intereses foráneos:

Siria se ha convertido en un campo de batalla para potencias globales que apoyan distintas facciones en función de sus intereses estratégicos. Turquía, Arabia Saudita y Estados Unidos respaldan a varios grupos rebeldes, mientras que Assad se sostiene gracias al apoyo crucial de Rusia e Irán. La implicación de organizaciones yihadistas ha exacerbado la crisis.
2. Colapso económico y crisis humanitaria:

La guerra ha devastado la economía siria, dejando a millones en condiciones deplorables. Más de la mitad de la población ha sido desplazada, con 6,8 millones de desplazados internos y otros seis millones de refugiados en países vecinos. La situación humanitaria es crítica, con 15,3 millones de sirios necesitando ayuda en 2023.
3. Gobierno autoritario:

La represión del régimen de Assad ha fomentado la disidencia y prolongado el conflicto. Las violaciones de derechos humanos, incluidos ataques químicos y bombardeos indiscriminados, han sido documentadas por la ONU. El régimen se enfoca en su propia supervivencia, ignorando las necesidades de la población.
4. Sociedad dividida

Las divisiones políticas y sectarias han alimentado el conflicto. Las zonas kurdas han permanecido fuera del control del estado, y la lucha entre grupos insurgentes ha complicado aún más la situación. La fragmentación del conflicto se refleja en la competencia por el control territorial.
5. Fracaso de la diplomacia:

Los intentos de alcanzar una solución negociada han fracasado debido a las prioridades divergentes de los actores involucrados. El régimen de Assad se niega a ceder poder, mientras que las facciones rebeldes continúan luchando por derrocarlo, lo que deja poco espacio para un acuerdo duradero.