China desafía a Trump mientras busca estabilidad en un mundo caótico

El máximo responsable de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, ha caracterizado a su país como una fuerza de paz y orden en un mundo convulsionado por la administración de Donald Trump. Sin embargo, esta visión omite los conflictos que China también ha avivado en el escenario global.

Wang Yi ha afirmado que China es un baluarte de estabilidad, contrastando su postura con las políticas de Estados Unidos, que ha trastocado las relaciones comerciales y debilitado alianzas estratégicas. En su discurso del viernes en Pekín, el diplomático chino advirtió que si más países adoptan la política de primacía de intereses nacionales promovida por Trump, el mundo podría regresar a un estado de anarquía internacional.

Sin embargo, la imagen de China como garante del orden global ignora sus propias acciones en el ámbito internacional. La política industrial de Pekín ha generado desequilibrios comerciales al inundar los mercados con productos subsidiados, su fuerza aérea mantiene una constante presión sobre Taiwán y su armada ha realizado maniobras agresivas cerca de Australia y Vietnam.

A pesar de estas tensiones, el gobierno chino ha centrado sus críticas en Estados Unidos, destacando su retiro de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud y el Acuerdo de París. También ha señalado el comportamiento errático de Trump en política exterior, incluyendo sus declaraciones sobre la posible compra de Groenlandia y su postura ambigua respecto a Rusia y la guerra en Ucrania.

Wang Yi subrayó que las grandes potencias deben asumir sus responsabilidades globales sin caer en la intimidación o el oportunismo. No obstante, evitó mencionar las maniobras de la Guardia Costera china en el Mar de China Meridional, donde ha utilizado tácticas de acoso contra embarcaciones filipinas para hacer valer sus reclamaciones territoriales.

El discurso del funcionario chino también se centró en reforzar la confianza en la economía nacional, destacando la resiliencia de China ante crisis pasadas y su apuesta por el desarrollo tecnológico. Sin embargo, el país enfrenta desafíos estructurales como el desempleo juvenil, una crisis inmobiliaria y el aumento de la deuda pública, lo que ha afectado la inversión extranjera y el consumo interno.

A esta inestabilidad económica se suma el endurecimiento de la guerra comercial con Estados Unidos. La administración Trump ha impuesto aranceles adicionales del 20 % sobre productos chinos, justificando la medida como una respuesta a la falta de acciones de Pekín para frenar el tráfico de fentanilo y la migración irregular. Wang Yi respondió con dureza, advirtiendo que China adoptará represalias si Washington continúa escalando las tensiones.

El gobierno chino ha tratado de mantener abierta la vía diplomática, enviando mensajes a la administración Trump para negociar acuerdos comerciales. No obstante, la incertidumbre sobre las intenciones del mandatario estadounidense ha llevado a Pekín a adoptar una postura de cautela, a la espera de una posible apertura en las negociaciones.

A pesar de la retórica desafiante, China no puede permitirse una escalada sin control de la guerra comercial. En este contexto, las declaraciones de Wang Yi buscan proyectar confianza y estabilidad, pero la realidad refleja un escenario mucho más complejo y lleno de incertidumbre para Pekín.

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