Economistas alertan sobre el impacto de la estrategia económica de Trump

Trump y su equipo han sugerido que una recesión podría ser un costo aceptable para impulsar la economía a largo plazo, pero los economistas advierten que sus políticas pueden causar más daño que beneficio.

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El presidente Donald Trump y sus asesores han comenzado a preparar el terreno para una posible recesión, señalando que podría ser un sacrificio necesario para alcanzar sus objetivos económicos a largo plazo. A diferencia de otros mandatarios, que suelen evitar mencionar crisis económicas, el equipo de Trump ha sugerido que enfrentar dificultades temporales podría traer beneficios posteriores. Sin embargo, esta postura ha sido recibida con escepticismo por parte de economistas y analistas, quienes advierten que las políticas impulsadas por la administración podrían generar más perjuicio que ganancia.

Funcionarios como Howard Lutnick y Scott Bessent han afirmado que las medidas económicas de Trump podrían generar dolor a corto plazo, pero que resultarán en una economía más fuerte. Argumentan que la dependencia de Estados Unidos en productos importados y el alto gasto público requieren una corrección que, aunque dolorosa, permitirá la reindustrialización y la creación de empleo en el país. No obstante, los críticos advierten que los aranceles impuestos por Trump han provocado un aumento en los precios de los productos clave, lo que afecta tanto a las empresas como a los consumidores, reduciendo la confianza en la economía.

A lo largo de la historia, algunos economistas han defendido la idea de asumir costos económicos temporales para lograr beneficios a largo plazo. Sin embargo, en este caso, muchos expertos coinciden en que la estrategia de Trump no generará las mejoras prometidas. Greg Mankiw, economista de Harvard, sostiene que los aranceles actuales representan un daño económico sin beneficios claros. Además, la falta de un plan de inversión en sectores estratégicos podría agravar la situación en lugar de corregirla.

El proteccionismo comercial promovido por Trump también ha generado dudas. Sus partidarios argumentan que los aranceles ayudarán a reducir la dependencia de productos chinos y fortalecerán la producción nacional. Sin embargo, los críticos advierten que estas medidas encarecen tanto los bienes de consumo como los insumos para la industria estadounidense, afectando la competitividad del país. La economista Kimberly Clausing señala que este enfoque podría hacer más difícil la producción local en lugar de impulsarla, ya que el costo de los materiales aumentará.

En cuanto a la gestión del déficit fiscal, la administración Trump ha señalado que el gobierno ha dependido demasiado del gasto público para sostener la economía. Aunque economistas de distintos sectores coinciden en que el déficit es un problema que debe abordarse, muchos advierten que las propuestas actuales no ofrecen una solución efectiva. Los recortes de impuestos de 2017 favorecieron a los sectores de mayores ingresos y los ajustes en programas como Medicaid podrían afectar desproporcionadamente a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables.

Además, en caso de una recesión, los trabajadores con menores ingresos serán los más afectados, al perder empleos y enfrentar mayores dificultades económicas. Estudios han demostrado que las crisis económicas pueden generar impactos duraderos en la población, afectando el poder adquisitivo y las oportunidades de empleo durante años. Jessica Fulton, especialista en política económica, advierte que los efectos negativos de las decisiones actuales podrían sentirse durante mucho tiempo, afectando a los mismos partidarios que confiaron en Trump para mejorar su situación financiera.

A medida que crece la incertidumbre económica, la postura del gobierno sigue generando debate. Mientras Trump y sus asesores insisten en que el costo de una recesión es justificable, los economistas advierten que el daño podría ser mayor de lo esperado, sin garantías de una recuperación sostenible.

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