A 17 años de la icónica batalla en la Glorieta de los Insurgentes, los emos resurgen con una marcha en la Ciudad de México. Lo que alguna vez fue objeto de discriminación y violencia, hoy es un símbolo de resistencia y nostalgia.

En 2008, el fenómeno emo captó la atención de la sociedad mexicana, generando controversia entre padres preocupados y medios de comunicación. La vestimenta oscura, los flecos cubriendo el rostro y la estética melancólica despertaban inquietud, mientras que en internet se propagaban mensajes de odio incitando a la violencia contra ellos. Grupos como punks, metaleros y skatos organizan ataques en diversas ciudades, resultando en enfrentamientos masivos que incluso llegaron a la televisión. La violencia alcanzó su punto álgido el 15 de marzo de ese año, cuando en la Glorieta de los Insurgentes cientos de jóvenes se enfrentaron en una batalla campal, solo interrumpida por la inesperada intervención de un grupo Hare Krishna, cuyo canto y danza apaciguaron la situación.
Con el tiempo, la moda emo pareció desvanecerse, pero en marzo de 2025 la Ciudad de México fue testigo de su resurgimiento. En el Paseo de la Reforma y la Alameda Central, un grupo de jóvenes, muchos de los cuales ni siquiera habían nacido en 2008, adoptó nuevamente la estética emo para participar en la primera “Marcha Emo”. Entre los asistentes se encontraron tanto veteranos de la subcultura como nuevos adeptos que vieron en esta reunión una oportunidad para experimentar la identidad emo en un ambiente distinto al de hace casi dos décadas.
El regreso de los emos demuestra que su influencia no se ha extinguido, sino que ha evolucionado con el tiempo. En la era de las redes sociales, lo que antes era motivo de discriminación ahora es una tendencia aceptada e incluso celebrada. Mientras que en 2008 los emos eran criticados por su emocionalidad y su apariencia andrógina, hoy la expresión de la identidad y la sensibilidad emocional son valores más comprendidos.
El evento estuvo marcado por un ambiente festivo, con música de bandas icónicas como PXNDA y My Chemical Romance, selfies y entusiasmo por parte de los asistentes. Al llegar a la Glorieta de los Insurgentes, los gritos de “¡El que no brinque es punk!” resonaron con fuerza, aunque en esta ocasión sin violencia. Como un guiño al pasado, un Hare Krishna apareció en la escena, pero en lugar de detener una pelea, simplemente se convirtió en parte del espectáculo, inmortalizado en videos y fotos de los asistentes.
El resurgimiento emo no es solo una moda pasajera, sino un testimonio del poder de las comunidades juveniles para apropiarse de su identidad y desafiar los estigmas del pasado. En 2008 fueron perseguidos, pero en 2025 celebraron su permanencia. En la Ciudad de México, donde la diversidad siempre encuentra su espacio, los emos han demostrado que, pese al tiempo y las burlas, nunca se fueron del todo.