Descubren estructuras cilíndricas ocultas bajo las pirámides de Giza

Un estudio reciente detectó complejas estructuras cilíndricas verticales bajo la pirámide de Kefrén, desafiando la egiptología tradicional. El hallazgo, logrado mediante radar avanzado y tomografía Doppler, abre nuevas incógnitas sobre la función real de las pirámides de Giza.

Un descubrimiento reciente ha sacudido el campo de la egiptología: mediante tecnologías de radar y tomografía avanzada, investigadores han identificado gigantescas estructuras cilíndricas verticales en el subsuelo de la meseta de Giza. Este hallazgo, presentado el 16 de marzo de 2025 como parte del Proyecto Kefrén, pone en duda lo que se creía saber sobre la construcción y propósito de las pirámides egipcias.

El estudio, dirigido por Corrado Malanga, de la Universidad de Pisa, y Filippo Biondi, de la Universidad de Strathclyde, utilizó imágenes tomográficas obtenidas por satélite y técnicas como el Radar de Apertura Sintética (SAR) y la Tomografía Doppler para explorar las profundidades del complejo de Giza. Gracias a estas herramientas, se logró una reconstrucción tridimensional de la estructura interna de la pirámide de Kefrén y su subsuelo, revelando la existencia de una vasta red de pasadizos y estructuras desconocidas hasta ahora.

Uno de los hallazgos más sorprendentes es la presencia de ocho enormes estructuras cilíndricas verticales, huecas en su interior y rodeadas por senderos en espiral descendente. Estas formaciones, alineadas en dos filas paralelas de norte a sur, se hunden hasta una profundidad de 648 metros, donde convergen en dos imponentes estructuras cúbicas de 80 metros de lado. Además, cerca de la base de la pirámide, se encontraron cinco estructuras idénticas conectadas por caminos geométricos, cada una con cinco niveles horizontales y techos inclinados.

Este descubrimiento ha generado un sinfín de especulaciones. Algunos investigadores han sugerido que las estructuras podrían estar relacionadas con la transmisión de energía o con sistemas tecnológicos avanzados, evocando teorías sobre el uso de las pirámides como mecanismos de generación energética. Sin embargo, los responsables del estudio han enfatizado que, por el momento, no existen pruebas científicas que respalden estas hipótesis, por lo que los análisis seguirán centrados en la interpretación de los datos obtenidos.

La comunidad académica ha reaccionado con escepticismo. Los críticos han puesto en duda la credibilidad de Malanga debido a su pasado como investigador de fenómenos ovni, aunque su experiencia en química y sus numerosas publicaciones científicas respaldan su trayectoria en el ámbito académico.

Cabe destacar que en mayo de 2024, otro grupo de científicos de Japón y Egipto había descubierto una estructura en forma de L bajo el Cementerio Occidental, entre las pirámides de Keops y Kefrén, acompañada de una anomalía eléctrica a menos de 35 pies de profundidad. No obstante, este hallazgo no tiene relación con el Proyecto Kefrén ni con las enigmáticas estructuras cilíndricas recién descubiertas.

A pesar de la magnitud del descubrimiento, la posibilidad de excavar y explorar físicamente estas estructuras sigue siendo incierta. Obtener permisos para intervenciones en el subsuelo de Giza es un desafío burocrático considerable. Mientras tanto, los investigadores planean continuar el análisis mediante tecnología de radar y otros métodos no invasivos para comprender mejor la naturaleza y función de estas misteriosas formaciones.

Las pirámides de Egipto, que la egiptología convencional describe como tumbas faraónicas construidas hace más de 4,500 años, siguen revelando secretos que desafían las explicaciones tradicionales. La existencia de estas estructuras subterráneas podría aportar nuevas pistas sobre las técnicas de construcción utilizadas en la antigüedad o, incluso, sugerir la presencia de sistemas hidráulicos avanzados, hasta ahora considerados inalcanzables para la época.

Por ahora, el enigma de las pirámides continúa intacto, recordándonos que, a pesar de siglos de exploración, estos monumentos aún guardan secretos que podrían cambiar nuestra comprensión de la historia antigua.Un descubrimiento reciente ha sacudido el campo de la egiptología: mediante tecnologías de radar y tomografía avanzada, investigadores han identificado gigantescas estructuras cilíndricas verticales en el subsuelo de la meseta de Giza. Este hallazgo, presentado el 16 de marzo de 2025 como parte del Proyecto Kefrén, pone en duda lo que se creía saber sobre la construcción y propósito de las pirámides egipcias.

El estudio, dirigido por Corrado Malanga, de la Universidad de Pisa, y Filippo Biondi, de la Universidad de Strathclyde, utilizó imágenes tomográficas obtenidas por satélite y técnicas como el Radar de Apertura Sintética (SAR) y la Tomografía Doppler para explorar las profundidades del complejo de Giza. Gracias a estas herramientas, se logró una reconstrucción tridimensional de la estructura interna de la pirámide de Kefrén y su subsuelo, revelando la existencia de una vasta red de pasadizos y estructuras desconocidas hasta ahora.

Uno de los hallazgos más sorprendentes es la presencia de ocho enormes estructuras cilíndricas verticales, huecas en su interior y rodeadas por senderos en espiral descendente. Estas formaciones, alineadas en dos filas paralelas de norte a sur, se hunden hasta una profundidad de 648 metros, donde convergen en dos imponentes estructuras cúbicas de 80 metros de lado. Además, cerca de la base de la pirámide, se encontraron cinco estructuras idénticas conectadas por caminos geométricos, cada una con cinco niveles horizontales y techos inclinados.

Este descubrimiento ha generado un sinfín de especulaciones. Algunos investigadores han sugerido que las estructuras podrían estar relacionadas con la transmisión de energía o con sistemas tecnológicos avanzados, evocando teorías sobre el uso de las pirámides como mecanismos de generación energética. Sin embargo, los responsables del estudio han enfatizado que, por el momento, no existen pruebas científicas que respalden estas hipótesis, por lo que los análisis seguirán centrados en la interpretación de los datos obtenidos.

La comunidad académica ha reaccionado con escepticismo. Los críticos han puesto en duda la credibilidad de Malanga debido a su pasado como investigador de fenómenos ovni, aunque su experiencia en química y sus numerosas publicaciones científicas respaldan su trayectoria en el ámbito académico.

Cabe destacar que en mayo de 2024, otro grupo de científicos de Japón y Egipto había descubierto una estructura en forma de L bajo el Cementerio Occidental, entre las pirámides de Keops y Kefrén, acompañada de una anomalía eléctrica a menos de 35 pies de profundidad. No obstante, este hallazgo no tiene relación con el Proyecto Kefrén ni con las enigmáticas estructuras cilíndricas recién descubiertas.

A pesar de la magnitud del descubrimiento, la posibilidad de excavar y explorar físicamente estas estructuras sigue siendo incierta. Obtener permisos para intervenciones en el subsuelo de Giza es un desafío burocrático considerable. Mientras tanto, los investigadores planean continuar el análisis mediante tecnología de radar y otros métodos no invasivos para comprender mejor la naturaleza y función de estas misteriosas formaciones.

Las pirámides de Egipto, que la egiptología convencional describe como tumbas faraónicas construidas hace más de 4,500 años, siguen revelando secretos que desafían las explicaciones tradicionales. La existencia de estas estructuras subterráneas podría aportar nuevas pistas sobre las técnicas de construcción utilizadas en la antigüedad o, incluso, sugerir la presencia de sistemas hidráulicos avanzados, hasta ahora considerados inalcanzables para la época.

Por ahora, el enigma de las pirámides continúa intacto, recordándonos que, a pesar de siglos de exploración, estos monumentos aún guardan secretos que podrían cambiar nuestra comprensión de la historia antigua.

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