La nueva actualización de ChatGPT permite generar imágenes en el estilo de Hayao Miyazaki, lo que ha generado entusiasmo y controversia en las redes sociales.

El mundo de la animación ha sido cautivado por el estilo inconfundible de Studio Ghibli, cuyos detallados dibujos y profundos relatos han marcado generaciones. Sin embargo, la tecnología ha cambiado las reglas del juego. Con la última actualización de ChatGPT, los usuarios ahora pueden transformar cualquier imagen en una versión que evoca la estética de películas como Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro en cuestión de segundos. Esta innovación ha desatado una ola de entusiasmo en internet, donde personas han compartido versiones «ghiblificadas» de fotos familiares, memes e incluso eventos históricos.
El propio Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, participó en la tendencia al cambiar su foto de perfil en X por una imagen con este estilo, lo que demostró el impacto que la nueva función estaba teniendo. Algunos usuarios, como Kouka Webb, encontraron en la tecnología una forma conmovedora de revivir recuerdos personales, al transformar fotos de su boda en ilustraciones con el inconfundible toque Ghibli. Sin embargo, el entusiasmo no ha sido unánime.
La polémica se intensificó cuando comenzaron a circular imágenes basadas en sucesos sensibles, lo que llevó a OpenAI a reforzar las restricciones sobre el tipo de contenido que podía generarse con este filtro. Además, resurgió una vieja discusión sobre el impacto de la IA en el arte. En un documental de 2016, Hayao Miyazaki expresó su desdén por la inteligencia artificial aplicada a la animación, calificándola de «un insulto a la vida misma». Su postura ha sido ampliamente compartida por artistas que ven en esta tecnología una amenaza para la autenticidad de su trabajo.
Jonathan Lam, un artista de storyboard, destacó la importancia del estilo en la identidad de un creador, argumentando que la IA socava la singularidad de cada artista al replicar sus características visuales sin restricciones. Este sentimiento se ha convertido en una preocupación recurrente entre los profesionales creativos, especialmente tras las denuncias sobre el uso de obras sin licencia para entrenar modelos de IA. Un grupo de más de 10,000 artistas, escritores y músicos, entre ellos Kazuo Ishiguro y Thom Yorke, firmó una carta abierta denunciando esta práctica.
A pesar de las críticas, OpenAI ha defendido su enfoque al afirmar que permite la recreación de estilos de estudio en lugar de los de artistas individuales, buscando un equilibrio entre creatividad y respeto por los derechos de autor. No obstante, para muchos, la preocupación sigue latente. Emily Berganza, una escultora que experimentó con la herramienta, reconoció su impresionante precisión pero también la percibió como una amenaza para los artistas.
El impacto de la IA en el arte es un debate en evolución. Mientras algunos la ven como una herramienta innovadora que democratiza la creatividad, otros temen que desplace a los artistas humanos. Para creadores como Berganza, la clave puede estar en encontrar maneras de integrar esta tecnología sin perder la esencia del arte tradicional. En un mundo donde la inteligencia artificial avanza rápidamente, la pregunta ya no es si deberíamos poder replicar el estilo de Ghibli con IA, sino cómo hacerlo de manera ética y sostenible.