Ejército birmano bloquea ayuda tras devastador terremoto en Sagaing

Mientras el número de muertos supera los 2,000, voluntarios denuncian que el ejército birmano impide el acceso a la zona devastada.

Ejército

A tres días del devastador terremoto de magnitud 7.7 en Birmania, la ciudad de Sagaing, que ya sufría los estragos de la guerra civil, sigue prácticamente aislada y con poca asistencia humanitaria. Sus 300,000 habitantes han sido abandonados a su suerte, con carreteras intransitables y un puente cerrado por las autoridades, lo que ha retrasado el ingreso de los equipos de rescate. La situación se agrava por el bloqueo de internet y telecomunicaciones, lo que ha dejado a los ciudadanos sin posibilidad de informar sobre la magnitud de la crisis.

El número de víctimas fatales aumentó a 2,056, con 3,900 heridos, y se teme que la cifra continúe creciendo, ya que el Servicio Geológico de Estados Unidos estima que las pérdidas humanas podrían superar las 10,000. Mientras tanto, los equipos de rescate han priorizado las ciudades de Mandalay y Naypyidaw, donde reside la cúpula militar, dejando a Sagaing en un estado de abandono.

Los esfuerzos de los voluntarios locales se han visto frustrados por las restricciones impuestas por el ejército. “No se nos permite entrar libremente para proporcionar asistencia”, denunció U Tin Shwe, un residente que intentaba auxiliar a los monjes atrapados en un monasterio derrumbado.

El régimen militar, encabezado por Min Aung Hlaing, ha utilizado controles estrictos para regular la entrada de ayuda internacional. A pesar de haber solicitado apoyo humanitario, innumerables camiones con suministros han sido retenidos en los puestos de control militar. Incluso médicos del Movimiento de Desobediencia Civil han sido rechazados en su intento por ingresar a la ciudad.

La tragedia ha evidenciado la profunda crisis humanitaria en Sagaing, una región que ya sufría ataques aéreos, ejecuciones y desplazamientos forzados debido al conflicto armado. Antes del terremoto, más de un millón de personas estaban desplazadas en esta zona, y 27 municipios carecían de acceso a agua potable y electricidad.

Los supervivientes han recurrido a medidas desesperadas para sobrellevar la situación. Con el hospital principal colapsado, los cadáveres se han colocado en el exterior, envueltos en telas blancas. Cientos de personas duermen en las calles bajo lonas de plástico, mientras los alimentos y el agua comienzan a escasear.

Ante la dificultad para ingresar a la zona, organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos han recurrido a ferries para hacer llegar la ayuda a 17,000 personas en Sagaing. Un equipo de Unicef logró ingresar tras un viaje de 13 horas desde Yangon hasta Mandalay, aunque el acceso sigue siendo limitado y controlado por la junta militar.

Mientras el tiempo avanza, la comunidad internacional sigue presionando para que la ayuda llegue sin restricciones, pero la historia de bloqueos y censura del ejército birmano genera dudas sobre la transparencia del proceso.

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