El secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., los ha calificado de veneno, pero los expertos aseguran que ayudan a millones de personas con TDAH.

El secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha expresado su preocupación sobre el uso de estimulantes de venta con receta, como Adderall y Ritalin, que se utilizan principalmente para tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). En diversas ocasiones, ha calificado estos fármacos como una amenaza, asegurando que han afectado negativamente a toda una generación.
A pesar de estas declaraciones, la comunidad médica respalda el uso de estos medicamentos al considerarlos uno de los tratamientos más eficaces para el TDAH y otras afecciones, como la narcolepsia o el trastorno por atracón. Los estimulantes, que incluyen metilfenidatos (Ritalin, Focalin, Concerta) y anfetaminas (Adderall, Vyvanse), actúan aumentando la actividad de los neurotransmisores dopamina y norepinefrina en el cerebro, lo que mejora la concentración y el control de impulsos.
El uso de estos fármacos ha aumentado significativamente en adultos, especialmente en mujeres y en personas de 20 a 39 años. En 2023, alrededor del 6% de los adultos fueron diagnosticados con TDAH, y un tercio de ellos reportó tomar estimulantes. Sin embargo, en niños y adolescentes, las prescripciones se han mantenido estables e incluso disminuyeron después de la pandemia.
Uno de los principales riesgos asociados a estos medicamentos es su uso indebido, ya sea para mejorar el rendimiento académico o por fines recreativos. En 2022, el 1.5% de la población mayor de 12 años reportó haber abusado de estos fármacos, con la mayor incidencia en adultos jóvenes de 18 a 25 años. En algunas preparatorias, hasta 1 de cada 4 estudiantes ha admitido usarlos sin prescripción médica.
Entre los efectos secundarios de los estimulantes se incluyen aumento de la presión arterial, disminución del apetito, insomnio y ansiedad. También pueden afectar el crecimiento infantil y, en casos raros, desencadenar episodios de psicosis. Sin embargo, el TDAH sin tratamiento se asocia con riesgos significativos, como conductas imprudentes, abuso de sustancias y menor esperanza de vida.
El tratamiento con estimulantes no es permanente para todos los pacientes. Sus síntomas pueden fluctuar con el tiempo, lo que permite ajustar la medicación según sea necesario. Además, la escasez de estos fármacos, que comenzó en 2022, persiste en 2024, afectando la disponibilidad de ciertas formulaciones en diversas regiones.