El exembajador Ronald Johnson, postulado por Trump para México, forjó una estrecha relación con Bukele, elogiado como el «dictador más cool», lo que generó alertas en Washington.

Ronald Johnson, exembajador de Estados Unidos en El Salvador durante la administración de Donald Trump, ha vuelto al centro del escenario político al ser postulado como nuevo embajador en México. Su nominación ha provocado preocupación entre diplomáticos y analistas debido a su polémica cercanía con el presidente salvadoreño Nayib Bukele. Durante su gestión entre 2019 y 2021, Johnson cultivó una relación personal con Bukele que, según funcionarios estadounidenses, a menudo parecía priorizar la protección del mandatario centroamericano por encima de los intereses del gobierno estadounidense.
La relación entre ambos fue visible incluso en redes sociales, donde compartían imágenes familiares y muestras públicas de afecto. Esa afinidad persistió incluso cuando se acusó a Bukele de haber negociado secretamente con pandillas como la MS-13, lo cual está prohibido por las leyes salvadoreñas. Johnson no solo desestimó esas acusaciones, sino que minimizó una carta crítica de congresistas republicanos dirigida a Bukele, en una aparente defensa del mandatario.
Su conducta llamó aún más la atención cuando un diplomático de la embajada que investigaba estos presuntos acuerdos fue abruptamente retirado del país. La decisión, que según testigos fue impulsada tanto por el gobierno salvadoreño como por Johnson, generó molestias en altos mandos diplomáticos y debilitó los esfuerzos para desmantelar las redes delictivas vinculadas a las pandillas.
Aunque Johnson negó cualquier implicación directa en la salida del investigador, varios funcionarios sostienen que su relación con Bukele afectó su criterio diplomático. A pesar de que su historial incluye experiencia como boina verde y oficial de la CIA, y que defendió su labor asegurando que contribuyó al combate contra la MS-13, su comportamiento en El Salvador ha despertado dudas sobre su imparcialidad y capacidad para desempeñar un papel más exigente en México.
La situación adquiere un nuevo matiz considerando que Trump ha amenazado con enviar tropas a México para combatir a los cárteles, y Johnson, con su trasfondo en operaciones encubiertas, podría ser clave en una estrategia de seguridad endurecida. Sin embargo, su historial también incluye controversias por la participación de su esposa en asuntos diplomáticos, el uso de su influencia para proteger a Bukele e incluso la entrega de apoyo en la campaña de reelección del mandatario salvadoreño, cuya constitucionalidad ha sido cuestionada.
La cercanía de Johnson con Bukele persiste, al punto que organizó apoyos desde figuras republicanas como Donald Trump Jr. para la toma de posesión del salvadoreño. A pesar de haber terminado su mandato diplomático, el exembajador ha seguido respaldando públicamente al presidente centroamericano, quien se autodenomina el “dictador más cool del mundo”.
Ahora, con la intención de la administración Trump de utilizar la megacárcel de El Salvador como destino para migrantes acusados de pertenecer a pandillas, crecen las preocupaciones. Analistas advierten que devolver líderes de la MS-13 a ese país podría sabotear investigaciones clave del Departamento de Justicia estadounidense. Para algunos, Johnson no solo representa una figura con experiencia en seguridad, sino también un actor con intereses personales que podrían interferir con las prioridades diplomáticas y judiciales de Estados Unidos.