El alma salvaje de Panamá: un viaje de aves y asombro

Panamá, más que su canal, revela una fauna sorprendente que va del Tororoi pechilistado al búho de anteojos, cautivando a observadores y viajeros por igual.

Panamá

Panamá es mucho más que una vía crucial para el comercio global. Este país centroamericano, con su vasta biodiversidad y creciente infraestructura ecoturística, se presenta como un destino privilegiado para el avistamiento de aves y la conexión íntima con la naturaleza. Desde el momento en que Nando, un guía local, se internó en la selva tropical para buscar a su viejo conocido, el Tororoi pechilistado, quedó claro que este viaje sería distinto. No se trataba solo de mirar, sino de escuchar, de aprender el lenguaje de los bosques, de sentir la selva viva a cada paso. En apenas unas horas, los visitantes ya habían visto más de 55 especies de aves, desde tucanes hasta papamoscas, todos habitantes de la exuberante franja boscosa que bordea el canal.

Pero la riqueza de Panamá no se limita a su canal o a su vibrante Ciudad de Panamá, donde el casco antiguo renace entre hoteles restaurados y bares con jazz envolvente. La verdadera sorpresa reside en su fauna, en la selva y en los personajes como Nando, que han hecho de su conocimiento de la tierra una nueva forma de vida. Su historia es también la del país: de la adversidad al orgullo, de lo invisible al protagonismo.

Más allá de la capital, el viaje continúa por lugares encantadores como El Valle de Antón, un pueblo fresco rodeado de montañas verdes y cafés coloridos, donde se respira una tranquilidad que anuncia un auge inevitable. Allí, el Canopy Lodge no solo ofrece alojamiento, sino una inmersión completa en la vida salvaje. En la mesa del comedor se mezclan conversaciones sobre tangaras y barranqueros con vistas a las aves que se alimentan tras las ventanas. La escena se repite en la casa de un humilde cultivador de plátanos, cuyo jardín se ha convertido en un santuario improvisado para aves tan coloridas como el mielero pata roja.

El tramo final de la travesía nos lleva a Isla Palenque, un rincón del Pacífico donde la selva sigue siendo protagonista. En este resort de lujo, los naturalistas guían a los huéspedes a descubrir desde escarabajos iridiscentes hasta caimanes y caciques crestados en plena construcción de sus nidos. Sin embargo, el clímax llegó con el avistamiento del escurridizo búho de anteojos, en una escena silenciosa y mágica que selló una experiencia única, donde la atención al sonido, al detalle y a la vida que se esconde entre las hojas permitió tocar, aunque fuera por un instante, el alma de Panamá.

Panamá es un país definido por los contrastes, entre dos océanos, dos continentes y múltiples microclimas, pero también entre la fama internacional de su canal y el descubrimiento íntimo de su naturaleza. Y como dijo Nando, “todo el mundo conoce el país por una cosa, pero en realidad hay mucho más”. Esta historia lo confirma.

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