Bolivia rechaza Starlink pese a clamor popular por mejor internet

El gobierno de Bolivia rechaza la entrada de Starlink, el servicio de internet satelital de Elon Musk, por razones de soberanía y control económico, pese a la deficiente conectividad en gran parte del país.

Starlink

En un país donde las páginas web tardan en cargar, los videos se congelan constantemente y muchas comunidades rurales apenas acceden a la red, la llegada del servicio de internet satelital Starlink parecía una solución esperada por millones. Sin embargo, Bolivia decidió no conceder licencia a la empresa de Elon Musk, desatando sorpresa e inconformidad entre sus ciudadanos, que viven con una de las conexiones más lentas de Sudamérica.

Starlink ha revolucionado el acceso a internet en la región, extendiendo su señal incluso hasta aldeas amazónicas de difícil acceso. Pero a diferencia de países como Brasil o Chile, el gobierno boliviano prefirió continuar con su propio satélite de fabricación china, lanzado en 2013, y que hoy ofrece un servicio más costoso, lento y limitado. Según funcionarios, la decisión se tomó para evitar que una empresa extranjera domine el mercado y condicione la política local.

La negativa a Starlink ha generado frustración. Con apenas el 50% de los hogares bolivianos conectados a banda ancha —frente al 94% de Chile— y una señal móvil deficiente en zonas rurales, el rechazo a una alternativa rápida y asequible parece para muchos una oportunidad desperdiciada. “A veces hay que subirse a una roca para captar señal”, relata una profesora universitaria que coordina investigaciones en la Amazonía boliviana.

Pese a sus éxitos en Sudamérica, el avance de Starlink ha generado preocupación en varios países por la influencia que Musk podría ejercer mediante su red satelital. Casos como el de Brasil —donde SpaceX desobedeció órdenes judiciales de retirar desinformación— han llevado a gobiernos a buscar proveedores alternativos como SpaceSail, un sistema satelital chino en desarrollo con el que Bolivia ya mantiene conversaciones.

La Agencia Boliviana Espacial justifica su decisión en la necesidad de mantener reglas claras que protejan a los operadores locales y aseguren beneficios para la economía nacional. Aunque reconocen que Starlink tiene superioridad tecnológica, afirman que no permitirán una competencia desigual. No obstante, el satélite boliviano se encuentra cerca del fin de su vida útil y podría dejar de funcionar en 2028, lo que presiona al país a encontrar soluciones viables.

Mientras tanto, ciudadanos como Adrián Valencia, un maestro en la región de Quetena Chico, deben viajar seis horas hasta la ciudad más cercana solo para subir videos educativos a internet. “Si no tenemos acceso a internet, es como si no supiéramos leer”, afirma. Algunos hoteles incluso han comenzado a contrabandear enrutadores Starlink desde Chile, aunque la señal suele cortarse tras unos meses.

El mapa oficial de cobertura de Starlink aún muestra a Bolivia como un país en el que planea operar en 2025. Aunque por ahora el país sigue apostando por alianzas con China, el creciente clamor de ciudadanos desconectados podría terminar por inclinar la balanza.

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