El cambio climático podría expandir hongos mortales como el Aspergillus

Hongos como el Aspergillus, que pueden causar infecciones letales, podrían extenderse por nuevas regiones debido al calentamiento global, alertan investigadores de Manchester.

Hongos

El cambio climático no solo está transformando los paisajes y alterando los patrones meteorológicos del planeta, sino que también podría estar allanando el camino para una amenaza silenciosa: la propagación global de hongos patógenos que afectan gravemente la salud humana. Una nueva investigación liderada por la Universidad de Manchester advierte que especies como Aspergillus flavus y Aspergillus fumigatus se expandirán a medida que aumenten las temperaturas, incrementando los riesgos de infecciones graves y de difícil tratamiento.

Los hongos están presentes en todas partes: en el suelo, el compost y el agua. Aunque muchos son inofensivos o incluso beneficiosos para los ecosistemas, otros representan un riesgo considerable. Se estima que las infecciones por hongos matan a 2.5 millones de personas cada año, aunque la cifra real podría ser mucho más alta por falta de datos.

Utilizando simulaciones por computadora, los científicos proyectaron cómo algunas especies de Aspergillus, conocidas por causar la enfermedad pulmonar potencialmente mortal llamada aspergilosis, podrían invadir nuevas zonas geográficas, incluyendo partes de Norteamérica, Europa, China y Rusia. Los hallazgos sugieren que Aspergillus flavus, una especie que prefiere climas tropicales cálidos, podría ampliar su distribución en un 16 % si las emisiones de combustibles fósiles continúan en altos niveles. Por su parte, Aspergillus fumigatus, que prefiere climas templados, podría aumentar su presencia hasta en un 77.5 % hacia 2100, afectando a unos 9 millones de personas en Europa.

Las esporas de estos hongos se encuentran en el aire y se inhalan constantemente. En la mayoría de las personas, el sistema inmunitario las elimina sin complicaciones. No obstante, quienes padecen enfermedades respiratorias como asma, fibrosis quística o EPOC, así como pacientes con sistemas inmunológicos comprometidos, pueden ser vulnerables. Si el cuerpo no logra eliminar las esporas, el hongo puede crecer dentro del organismo, provocando infecciones devastadoras. En palabras del investigador Norman van Rijn, esto puede llevar a una situación en la que el hongo “empieza a devorarte desde adentro hacia afuera”.

La tasa de mortalidad de la aspergilosis se sitúa entre el 20 % y el 40 %, y su diagnóstico resulta complicado debido a la similitud de sus síntomas con otras enfermedades comunes. A esto se suma el problema de la creciente resistencia a los tratamientos: actualmente solo existen cuatro clases de medicamentos antifúngicos, y muchas cepas de Aspergillus ya muestran una alarmante resistencia.

La amenaza va más allá de la salud humana. Aspergillus flavus también infecta cultivos alimentarios, lo que podría impactar la seguridad alimentaria global. Por esta razón, en 2022 la Organización Mundial de la Salud lo incluyó en su lista crítica de patógenos fúngicos.

El estudio también señala que, si bien ciertas zonas del planeta podrían volverse demasiado cálidas incluso para estos hongos —como partes del África subsahariana—, esto no implica una mejora general: la pérdida de hongos también puede afectar el equilibrio de los ecosistemas, especialmente los suelos.

Además, el calentamiento global podría hacer que los hongos toleren temperaturas corporales humanas con mayor facilidad, aumentando su virulencia. Eventos climáticos extremos como sequías, inundaciones y tornados también están relacionados con picos en infecciones fúngicas, como ocurrió en Missouri tras el devastador tornado de 2011.

A pesar de la gravedad de la situación, los expertos alertan sobre la falta de preparación global frente a este desafío. Elaine Bignell, del Centro MRC de Micología Médica de la Universidad de Exeter, advirtió que aún hay enormes lagunas de conocimiento sobre la presencia ambiental de estos patógenos y la dinámica de sus infecciones. Justin Remais, de la Universidad de California en Berkeley, explicó que los casos de aspergilosis están creciendo un 5 % anual en Estados Unidos, lo que subraya la necesidad urgente de mejorar la vigilancia y la investigación sobre enfermedades fúngicas.

La comunidad científica hace un llamado a poner el foco sobre estos patógenos invisibles, cuyos efectos podrían intensificarse en las próximas décadas. Aunque ficciones como The Last of Us han popularizado el tema, los riesgos reales son mucho más silenciosos y extendidos. En palabras de Bignell, “cualquiera de nosotros en el futuro podría verse afectado”.

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