El cardenal Tagle, entre la humildad y las críticas, suena como papable

Luis Tagle, figura clave del Vaticano y apodado el “Francisco asiático”, vuelve a sonar como papable, aunque su silencio ante temas delicados en Filipinas genera críticas.

Tagle

Luis Antonio Gokim Tagle, cardenal filipino de 67 años, vuelve a figurar entre los nombres más mencionados como posible sucesor del papa Francisco, especialmente por ser el rostro asiático más destacado dentro del Vaticano. A menudo comparado con el pontífice argentino y llamado el “Francisco asiático” por su cercanía con los pobres y su actitud conciliadora hacia sectores marginados, como homosexuales, madres solteras y divorciados, Tagle representa para muchos el rostro de una Iglesia católica más inclusiva, empática y misionera.

Sin embargo, esa imagen amable no ha estado exenta de cuestionamientos. Mientras ganaba notoriedad internacional, tanto activistas como sacerdotes lo acusaban de guardar silencio ante temas sensibles en su país natal, como la sangrienta guerra contra las drogas impulsada por el expresidente Rodrigo Duterte. Aunque hizo llamados generales a detener el derramamiento de sangre, nunca condenó directamente al régimen ni su estrategia de ejecuciones extrajudiciales, lo que ha generado reproches incluso dentro del clero filipino.

A nivel internacional, también ha sido señalado por su aparente falta de firmeza frente a casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes. Organizaciones como la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes han pedido al Vaticano investigar su gestión ante denuncias ocurridas en países como la República Centroafricana y Nueva Zelanda, mientras ejercía cargos clave en el Vaticano. El escándalo se agravó en 2022, cuando el papa Francisco destituyó a toda la cúpula de Caritas Internationalis, incluido Tagle, tras detectarse problemas graves de gestión en la organización.

A pesar de estas sombras, su estilo pastoral, sencillo y cercano, lo ha mantenido como uno de los cardenales más populares entre los fieles. Durante sus años como obispo en Filipinas, solía recorrer su diócesis en bicicleta o en transporte público y realizaba visitas voluntarias a enfermos de sida durante sus estudios en Washington. Su estilo humilde y su capacidad comunicativa, que atrae tanto en iglesias como en transmisiones en redes sociales, han consolidado su imagen como un líder moderno dentro de la Iglesia.

Aunque niega ambiciones personales —incluso bromeó sobre su “incapacidad para gestionar su vida” cuando fue consultado sobre el papado—, su nombre sigue presente cada vez que se menciona una posible sucesión en el Vaticano. Si llegara a ser elegido, Tagle se convertiría en el primer papa asiático de los tiempos modernos, en un gesto que confirmaría el viraje demográfico y espiritual de la Iglesia católica hacia África y Asia, donde el número de fieles continúa creciendo.

El cardenal Tagle, conocido por su apodo “Chito”, ya experimentó de cerca la expectativa papal en el cónclave que eligió a Francisco. De hecho, antes de la votación, escribió a su antiguo profesor de teología pidiéndole que rezara por él, en una señal de que sentía el peso de la posible elección. Hoy, esa posibilidad vuelve a cobrar fuerza, aunque con la misma mezcla de esperanza, escrutinio y controversia.

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