China impone restricciones a metales raros clave, afectando industrias como la automovilística y la aeroespacial. La medida responde a nuevos aranceles impuestos por Trump.

China ha intensificado su respuesta a la guerra comercial con Estados Unidos al suspender la exportación de minerales críticos y potentes imanes utilizados en sectores estratégicos como la industria automotriz, aeroespacial, de semiconductores y defensa. Esta medida impacta a fabricantes de vehículos eléctricos, contratistas militares y empresas tecnológicas, ya que los imanes afectados son fundamentales para la fabricación de motores eléctricos, misiles, drones y dispositivos electrónicos.
El endurecimiento de la política exportadora se formalizó tras los nuevos aranceles impuestos por el expresidente Donald Trump el pasado 2 de abril. Cuatro días después, Pekín impuso restricciones a la exportación de seis metales pesados de tierras raras, además de los imanes que se derivan de estos. A partir de ahora, dichos materiales solo podrán exportarse con licencias especiales. Sin embargo, el sistema de concesión de licencias aún no se ha implementado plenamente, lo que ha generado bloqueos en puertos chinos y preocupación internacional por posibles interrupciones prolongadas en la cadena de suministro.
Estados Unidos y otras potencias industriales dependen casi exclusivamente de China para estos recursos, ya que el país produce el 99% de los metales pesados de tierras raras del mundo y el 90% de los imanes especializados. La escasez ya se deja sentir en empresas de Detroit y otras regiones, cuyas reservas de emergencia podrían agotarse pronto. Además, la medida también afecta a países como Japón y Alemania, aunque la aplicación varía entre puertos chinos.
La acción de China se produce en un contexto de tensión creciente, en el que Pekín ha prohibido también a sus empresas mantener relaciones comerciales con ciertos contratistas militares estadounidenses. Al mismo tiempo, la reanudación parcial de operaciones mineras cerca de Longnan, región clave para la extracción de estos minerales, sugiere que China está dispuesta a controlar agresivamente la oferta global para reforzar su posición estratégica.
La decisión no solo complica el panorama para la industria global, sino que pone en entredicho la fiabilidad de China como proveedor. Ejecutivos de la industria, como Michael Silver de American Elements y James Litinsky de MP Materials, han advertido sobre el riesgo de una dependencia tan crítica. Mientras algunas compañías japonesas mantienen inventarios suficientes para más de un año, muchas firmas estadounidenses carecen de reservas significativas debido al alto costo de estos materiales, como el óxido de disprosio, que supera los 200 dólares por kilogramo.
La JL Mag Rare-Earth Company, ubicada en Ganzhou y proveedora de Tesla y BYD, se mantiene como eje de la cadena de valor, produciendo imanes con una fuerza magnética muy superior a la de los convencionales. La visita de Xi Jinping a sus instalaciones en 2019 ya había sido interpretada como una señal del valor estratégico que el gobierno chino otorga a estos recursos.
En este nuevo capítulo de la guerra comercial, la maniobra china no causa un daño económico directo significativo a su balanza comercial, ya que los imanes representan una fracción mínima de sus exportaciones. No obstante, su impacto global puede ser profundo, y marcar un antes y un después en la configuración de las cadenas de suministro y la seguridad tecnológica internacional.