China redirecciona sus exportaciones ante la presión arancelaria de EE. UU.

Las exportaciones chinas, afectadas por los aranceles de Trump, cayeron 21 % hacia EE. UU., mientras aumentaron al sudeste asiático, reconfigurando el flujo comercial global.

China

Los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China comienzan a reflejarse con claridad en los datos económicos del gigante asiático. Según cifras oficiales difundidas por el gobierno chino, el mes de abril evidenció un cambio significativo en el destino de las exportaciones del país. Los envíos hacia Estados Unidos se redujeron en un 21 % en comparación con el mismo mes del año anterior, una caída atribuida directamente a los aranceles punitivos impuestos por la administración del presidente Donald Trump. Sin embargo, esta disminución fue compensada por un notable aumento del comercio con países del sudeste asiático, donde las exportaciones chinas se incrementaron también en un 21 %.

Este patrón emergente revela una transformación en las rutas comerciales tradicionales. De acuerdo con Raymond Yeung, economista jefe del banco ANZ para la región de Gran China, se está desarrollando una clara reorientación en las cadenas de suministro globales. Específicamente, las exportaciones a destinos como Vietnam y Tailandia han crecido con fuerza, lo cual indica que muchas fábricas chinas están redireccionando su producción hacia países de la ASEAN —la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático— para mantener sus operaciones, sortear restricciones y satisfacer la demanda de consumidores occidentales de forma indirecta.

La tendencia cobra mayor sentido si se considera que ciertas fábricas han comenzado a beneficiarse de una suspensión temporal de aranceles regionales, permitiendo que componentes importados desde Taiwán y Corea del Sur sirvan para completar pedidos con destino a Estados Unidos, ahora desde terceros países. A nivel global, las exportaciones chinas aumentaron un 8,1 % en abril, lo cual refleja la urgencia de los productores por adelantar envíos ante la incertidumbre comercial.

El deterioro del mercado inmobiliario dentro de China y el estancamiento en el consumo doméstico también han empujado a las autoridades a mirar con mayor interés hacia las exportaciones como motor económico. A pesar de este crecimiento en algunos mercados, las importaciones generales han disminuido, lo que revela un enfriamiento de la demanda interna. Además, las fábricas reportaron en abril la mayor caída de actividad en más de un año, lo que podría anticipar despidos masivos si no se logra estabilizar el flujo de pedidos.

Ante este panorama, los reguladores chinos han tomado medidas para incentivar el consumo. El banco central ha reducido los tipos de interés y liberado liquidez para reactivar la economía, alentando tanto a ciudadanos como a empresas a gastar e invertir. A su vez, la presión internacional crece. Este fin de semana, una delegación estadounidense encabezada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el representante comercial Jamieson Greer, se reunirá con el viceprimer ministro chino He Lifeng en Ginebra. Este será el primer encuentro formal entre ambas potencias desde que Washington elevó los aranceles a niveles de tres dígitos, lo que añade expectativas sobre un posible giro diplomático que alivie las tensiones económicas globales.

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