El conflicto entre Irán e Israel podría repercutir en México con alza en petróleo, presión inflacionaria, tensiones diplomáticas y flujos migratorios irregulares, alertan expertos.

La escalada del conflicto armado entre Irán e Israel ha encendido las alarmas en distintos rincones del planeta, y México no es la excepción. Aunque el país se encuentra a miles de kilómetros de distancia, especialistas advierten que las consecuencias de un conflicto bélico de gran escala en Medio Oriente podrían sentirse de forma directa en el ámbito económico, diplomático y social nacional.
Uno de los efectos más inmediatos sería el encarecimiento del petróleo. Irán es uno de los principales productores de crudo del mundo, y su ubicación cerca del estratégico estrecho de Ormuz –por donde circula casi una quinta parte del suministro global– lo convierte en un actor clave para la estabilidad energética mundial. Cualquier interrupción en esta vía generaría una escalada abrupta en los precios internacionales del petróleo, que ya registraron un alza del 14% tras los primeros ataques.
Para México, el panorama es complejo. Aunque se beneficiaría parcialmente por un incremento en sus exportaciones petroleras, el país importa más del 70% de la gasolina que consume. Esto implica que el alza internacional encarecería los combustibles, elevando los costos del transporte, los alimentos y productos esenciales, lo que a su vez presionaría la inflación interna y afectaría directamente el bolsillo de las familias mexicanas.
Además, los mercados financieros tienden a reaccionar con nerviosismo ante crisis internacionales. El peso mexicano, históricamente volátil ante eventos globales, podría depreciarse frente al dólar. Esto generaría un menor atractivo para los inversionistas, quienes buscarían refugio en economías más estables. Como lo señaló recientemente la presidenta Claudia Sheinbaum, “México sigue siendo una economía emergente expuesta a los choques externos”.
Desde una óptica diplomática, el conflicto también pondrá a prueba la política exterior mexicana, basada en la no intervención. La participación activa de Estados Unidos en apoyo a Israel podría generar presiones hacia México en temas bilaterales clave como migración, seguridad y comercio. La Secretaría de Relaciones Exteriores ya ha manifestado su preocupación ante la escalada bélica, reiterando el compromiso de México con el diálogo y la solución pacífica de los conflictos.
El impacto del conflicto también podría trasladarse al terreno social y migratorio. En caso de una guerra prolongada, no se descartan nuevos flujos migratorios desde Medio Oriente, que buscarían llegar a Estados Unidos atravesando México. Aunque el número actual de desplazados provenientes de esa región es bajo, los analistas prevén que podría crecer y generar presión sobre un sistema migratorio ya tenso.
Internamente, también podrían intensificarse las tensiones sociales. En anteriores conflictos de Medio Oriente, sectores de la comunidad judía y musulmana en México han realizado protestas y manifestaciones, lo que podría agudizar divisiones en la opinión pública nacional.
En términos de movilidad internacional, la SRE y la Embajada de México en Israel han emitido alertas para ciudadanos mexicanos residentes o de paso en la región, recomendando su registro en el sistema SIRME ante cualquier emergencia. Se espera que haya mayores restricciones, controles de seguridad y posibles afectaciones en el turismo y los viajes de negocios en distintas partes del mundo.
Con todo, la situación entre Irán e Israel representa un serio riesgo para la estabilidad global y, por ende, para México, que ya se prepara para sortear las consecuencias de una posible guerra que, aunque lejana geográficamente, se vuelve cada vez más cercana en sus efectos.