Ignacio Asúnsolo, escultor nacido en Durango y criado en Parral, dejó un legado de obras monumentales en México. Entre ellas destacan «La División del Norte» en Chihuahua y «El Pescador de Ilusiones» en Parral.

Ignacio Asúnsolo, uno de los escultores más destacados de México en el siglo XX, dejó una huella indeleble en el país con sus monumentos y estatuas que celebran tanto la historia como la cultura mexicana. Nacido el 15 de marzo de 1890 en la Hacienda de San Juan Bautista, Durango, pero criado en la ciudad de Hidalgo del Parral, Chihuahua, Asúnsolo mostró desde temprana edad su fascinación por la escultura, comenzando a modelar en barro a los seis años. Su formación académica la inició en el Instituto Científico y Literario de Chihuahua y continuó en la Escuela Nacional de Bellas Artes en la Ciudad de México, donde perfeccionó su arte. Más tarde, continuó sus estudios en L’Ecole des Beaux-Arts en París y en España.
Entre sus obras más reconocidas destaca el monumento a la División del Norte, erigido en la ciudad de Chihuahua en 1956, dedicado al General Francisco Villa. Este monumento, que refleja la revolución y el espíritu de lucha del líder, es uno de los muchos encargos importantes que Asúnsolo realizó a lo largo de su carrera.
Además de este monumento, Asúnsolo esculpió varias estatuas emblemáticas, como el Monumento a la Madre en Monterrey, la estatua de Álvaro Obregón en la Ciudad de México y La Familia Proletaria en el Instituto Politécnico Nacional. También participó en eventos históricos significativos, como la creación de las máscaras mortuorias de Diego Rivera y Álvaro Obregón. Su trabajo también trascendió al cine, al ser el creador de la estatuilla que se entrega en los premios Ariel.
A lo largo de su vida, Asúnsolo fue testigo de grandes cambios en la escultura y en el arte mexicano, y su estilo fue considerado como un puente hacia la escultura moderna en el país, con influencias del art déco y el impresionismo. Su legado perdura en los monumentos que siguen siendo símbolos de la identidad mexicana. Tras su fallecimiento el 21 de diciembre de 1965 en la Ciudad de México, su obra fue honrada en 1985 con una exposición retrospectiva en el Museo Nacional de Arte, consolidando su posición como uno de los más grandes escultores de la historia de México.