En solo 16 años, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) perfeccionó las tácticas de terror de Los Zetas, expandiendo su brutalidad por todo México. De Los Mata Zetas a su consolidación como el grupo criminal más violento, el CJNG ha dejado un rastro de muerte y desapariciones, alcanzando niveles de crueldad nunca antes vistos.

La violencia del crimen organizado en México ha evolucionado en las últimas dos décadas, alcanzando niveles de brutalidad cada vez más alarmantes. Uno de los grupos responsables de esta transformación es el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que en apenas 16 años ha perfeccionado y llevado a otro nivel los métodos despiadados que en su momento hicieron temido a Los Zetas.
El antecedente de esta escalada de violencia se remonta a 2011, cuando en Boca del Río, Veracruz, aparecieron los cuerpos de 35 personas con un mensaje dirigido a Los Zetas. Aquel acto fue la carta de presentación de Los Mata Zetas, una facción que, con el tiempo, evolucionaría hasta convertirse en el CJNG. Sin embargo, la crueldad de Los Zetas ya se había manifestado antes con hechos atroces como la Masacre de San Fernando en 2010, donde 72 migrantes fueron asesinados tras negarse a unirse al grupo criminal.
El líder del CJNG, Nemesio Oseguera Cervantes, alias «El Mencho», inició su carrera criminal con el Cártel del Milenio, pero fue la muerte de Ignacio Coronel en 2010 lo que llevó a su facción a distanciarse del Cártel de Sinaloa y consolidarse de manera independiente. En 2013, con la captura de José Ángel Carrasco Coronel, Los Mata Zetas dejaron de existir como tal y se transformaron oficialmente en el CJNG.
Desde entonces, el CJNG ha expandido su presencia a 28 estados del país, posicionándose como el grupo criminal más violento. Al igual que Los Zetas en su momento, ha hecho del terror su sello distintivo, utilizando tácticas de exterminio, secuestros al azar, reclutamiento forzado y ejecuciones con un nivel de brutalidad extrema. La difusión de videos de asesinatos y su ostentación de poderío bélico en redes sociales han sido parte de su estrategia para infundir miedo y consolidar su dominio territorial.
Uno de los aspectos más perturbadores de la evolución del CJNG ha sido el incremento de desapariciones forzadas. En Jalisco, estado donde tiene su base de operaciones, se han descubierto 186 hornos clandestinos y fosas comunes en los últimos seis años, dejando a la entidad con la mayor cantidad de personas desaparecidas en el país. Además, se han documentado métodos de desaparición que incluyen la incineración de cuerpos y la disolución en ácido, bajo la falsa creencia de que «sin cuerpo no hay delito».
La semana pasada, la violencia del CJNG volvió a quedar en evidencia con el hallazgo de un campo de exterminio en Teuchitlán, Jalisco. A diferencia de la masacre de San Fernando, donde los cuerpos fueron encontrados apilados, en esta ocasión solo se hallaron restos humanos y más de 200 pares de zapatos, lo que refuerza la hipótesis de que el cártel ha perfeccionado sus métodos de eliminación de evidencia.
Especialistas como Jorge Ramírez y Gilberto Santa Rita han señalado que el CJNG ha refinado las tácticas de terror implementadas por Los Zetas, combinando su violencia con un alto grado de profesionalismo y sofisticación. Aunque su discurso inicial se basaba en la supuesta lucha contra secuestradores y extorsionadores, la realidad muestra que ha replicado esas mismas prácticas para consolidar su poder.
El rastro de sangre dejado por el CJNG en todo el país evidencia que la violencia del narcotráfico en México sigue en ascenso. Con métodos cada vez más atroces y estrategias de terror bien calculadas, el cártel continúa expandiéndose, dejando a su paso miles de víctimas y un clima de incertidumbre sobre el futuro de la seguridad en el país.