El estrés anticipatorio de los animales en granjas y mataderos: una llamada de atención

El estrés anticipatorio, un comportamiento animal en granjas y mataderos, refleja angustia y sufrimiento emocional. Científicos alertan sobre sus efectos, que incluyen ansiedad crónica y frustración.

Los animales en granjas, laboratorios e incluso en nuestros hogares nos comunican sus necesidades y emociones a través de sus comportamientos. No utilizan palabras, pero sus acciones, como caminar en círculos, emitir sonidos repetitivos o quedar inmóviles esperando la llegada de comida o compañía, son señales claras de angustia. Según los expertos, estos comportamientos no son simples manías o costumbres, sino gritos silenciosos de sufrimiento. La ciencia ha identificado este fenómeno como «conducta anticipatoria».

La conducta anticipatoria se refiere a los comportamientos que los animales realizan antes de recibir algo que desean, como comida, agua o interacción social. Estos comportamientos, cuando se vuelven excesivos o inusuales en su intensidad, son una clara señal de que el animal está experimentando estrés o malestar. Un ejemplo típico de este comportamiento es el de un cerdo que, sabiendo que será alimentado a la misma hora todos los días, comienza a moverse frenéticamente minutos antes de esa hora. Si la rutina cambia o se retrasa de manera constante, el animal experimenta frustración, lo que se traduce en estrés crónico. Este tipo de frustración es comparable con la ansiedad extrema o el aburrimiento en los seres humanos.

Los investigadores afirman que estos comportamientos están directamente relacionados con el sistema de recompensa del cerebro, especialmente con la dopamina, que es la sustancia que regula el placer y la motivación. Cuando el entorno de un animal es monótono o impredecible, comienza a buscar señales que le indiquen que algo bueno está por llegar. Esta búsqueda constante de respuestas, según los expertos, puede convertirse en una fuente de sufrimiento emocional, lo que afecta negativamente al bienestar del animal.

El estrés anticipatorio es más común en entornos creados por los humanos, como las granjas industriales, los zoológicos y los laboratorios. Aunque muchas de estas prácticas están permitidas por la ley, los científicos están alertando sobre el daño emocional que pueden causar en los animales, incluso si reciben lo básico: comida, agua y un techo. Según los estudios, la anticipación excesiva o anormal de los animales debería ser tomada como una señal de alerta, al igual que lo haríamos con una fiebre o una herida en los humanos.

Sin embargo, el estudio también ofrece una esperanza: al mejorar las condiciones del entorno, proporcionando estímulos variados, mayor control sobre el espacio y oportunidades para interactuar socialmente, se puede reducir la conducta anticipatoria. Esto lleva a una mejora en el bienestar de los animales, lo que demuestra que es posible hacer cambios positivos sin que los animales sufran.

Es crucial que como sociedad aprendamos a escuchar las señales de los animales antes de que su sufrimiento se vuelva insoportable. Al igual que detectamos problemas de salud en los humanos, debemos ser capaces de identificar las primeras señales de angustia en los animales, que a menudo se expresan sin palabras, pero con comportamientos que nos indican que algo no está bien.

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