El legado económico de Trump será difícil de revertir

Las políticas económicas de Trump, como el proteccionismo y la ruptura de alianzas, han dejado huellas difíciles de revertir, debilitando la confianza mundial en Estados Unidos.

Trump

A pesar de que el mandato de Donald Trump tiene un límite constitucional y las elecciones intermedias podrían alterar el equilibrio del poder en el Congreso, los efectos de sus políticas económicas y diplomáticas parecen estar diseñados para perdurar mucho más allá de su presidencia. En poco tiempo, Trump ha provocado una guerra comercial, abandonado tratados internacionales clave y cuestionado abiertamente la responsabilidad de Estados Unidos en la defensa de sus aliados, debilitando décadas de cooperación global.

El impacto ha sido profundo: la confianza en Estados Unidos como socio estable se ha erosionado, lo cual es uno de los activos más difíciles de recuperar. Mientras tanto, otras potencias y bloques regionales avanzan sin Washington. Países europeos, latinoamericanos y Canadá han comenzado a tejer nuevas alianzas comerciales y de seguridad, dejando de depender del liderazgo estadounidense. A medida que estas nuevas estructuras se consolidan, revertirlas se vuelve más complejo, incluso si una futura administración quisiera reconstruir los lazos previos.

La desconfianza hacia el compromiso estadounidense ha hecho que sus antiguos socios busquen mayor autonomía. Además, el movimiento “MAGA”, alimentado por desigualdades persistentes, continúa vigente y podría dar lugar a futuros liderazgos con agendas similares. Todo esto alimenta el temor internacional de que la era Trump no sea una anomalía pasajera, sino una nueva dirección duradera en la política estadounidense.

China, por su parte, ha capitalizado las inconsistencias de Washington. Bajo el liderazgo de Xi Jinping, Pekín se presenta como una alternativa estable y defensora del libre comercio, ganando terreno en regiones como África, Asia y América Latina. A medida que Estados Unidos retira su presencia diplomática y ayuda exterior —especialmente en África—, China ocupa esos espacios con inversiones estratégicas y proyectos de infraestructura.

El retiro estadounidense también afecta la cooperación tecnológica global. Las tensiones con China amenazan con romper acuerdos cruciales, como la limitación en la exportación de tecnología avanzada. Mientras tanto, el recorte masivo de fondos para investigación y desarrollo, y la salida de expertos del gobierno federal, están socavando la capacidad de innovación del país. Universidades, científicos e instituciones enfrentan una fuga de cerebros ante la falta de apoyo y libertades académicas, debilitando la competitividad de Estados Unidos.

Reconstruir lo destruido no será sencillo. Muchos de los organismos gubernamentales que servían como redes de información, asistencia y coordinación han sido desmantelados. Como señalan analistas, no se trata solo de revertir políticas, sino de reconstituir instituciones enteras. Y no está claro si una futura administración encontrará una estructura lista para ser revivida, o si deberá comenzar desde cero.

A lo largo de la historia, algunos eventos, como la caída del Muro de Berlín o el “Nixon shock”, marcaron rupturas temporales, pero el sistema internacional logró adaptarse. Hoy, la gran incógnita es si las tensiones actuales superan la capacidad del sistema para recuperarse. La transformación impulsada por Trump no solo ha alterado políticas, sino que ha puesto en duda el compromiso de Estados Unidos con el orden que ayudó a construir.

La pregunta crucial es si el pueblo estadounidense está dispuesto a volver al modelo anterior, o si los cambios impulsados por Trump reflejan un nuevo consenso nacional que redefine el papel de Estados Unidos en el mundo.

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