El fentanilo, creado como un potente analgésico médico, se ha convertido en uno de los opioides más letales del narcotráfico moderno, cobrando miles de vidas por sobredosis.

El fentanilo, uno de los opioides más temidos en la actualidad, fue concebido con una intención médica legítima: ofrecer alivio eficaz del dolor en intervenciones quirúrgicas. Esta sustancia, que ha sido relacionada con miles de muertes por sobredosis en las últimas décadas, tuvo su origen en un laboratorio farmacéutico en 1959, cuando el químico Paul Janssen, fundador de Janssen Pharmaceutica, buscaba crear un analgésico más potente y seguro que la morfina. A partir de compuestos llamados fenilpiperidinas, logró sintetizar una sustancia hasta 100 veces más poderosa que la morfina, que además tenía la capacidad de llegar rápidamente al cerebro debido a sus propiedades químicas.
Durante la década de los 60, el fentanilo fue aprobado para su uso en el ámbito clínico, sobre todo como anestésico intravenoso en cirugías cardiacas. Su efectividad condujo al desarrollo de otros derivados aún más potentes, como el sufentanilo, alfentanilo y remifentanilo, todos utilizados bajo estricta supervisión médica. Sin embargo, su potente acción analgésica también se convirtió en un riesgo fuera del entorno hospitalario.
Con el paso de los años, el fentanilo comenzó a ser fabricado y distribuido ilegalmente, mezclado con otras drogas como heroína o en forma de pastillas, elevando el riesgo de sobredosis. A partir del año 2000, el uso no médico del fármaco creció de manera alarmante. Casos de sobredosis como los de Paul Gray, bajista de Slipknot, en 2010, o el legendario músico Prince, en 2016, llamaron la atención sobre el alcance de esta sustancia fuera del ámbito clínico.
De acuerdo con el especialista Theodore H. Stanley, aunque los fentaniloides fueron desarrollados originalmente con fines médicos, su desvío hacia el mercado negro facilitó la creación de versiones aún más potentes y peligrosas, muchas de las cuales son prácticamente imposibles de dosificar con precisión. Esta situación ha multiplicado los casos de sobredosis fatales en todo el mundo.
El problema se agravó en 2013, cuando comenzó una nueva ola de muertes asociadas a opioides sintéticos. En Estados Unidos, más del 70% de las muertes por sobredosis en los últimos años han involucrado al fentanilo o alguno de sus derivados. En México, recientemente se reportó la muerte de cinco personas en Ciudad Juárez, donde se mezclaron otras drogas con esta sustancia, un claro ejemplo de los riesgos de su uso descontrolado.
Lo que alguna vez fue un logro científico con propósitos médicos terminó por convertirse en una amenaza global. El caso del fentanilo muestra cómo el uso indebido de avances farmacéuticos puede desencadenar crisis de salud pública, y resalta la urgencia de establecer estrategias de prevención y regulación más estrictas para evitar que la ciencia, cuando es descontextualizada, se transforme en una trampa mortal.