China impuso nuevos aranceles a productos agrícolas estadounidenses en respuesta a los gravámenes de Donald Trump. La medida afecta cultivos clave como el trigo, la soya y el maíz, así como carnes y frutas, agravando la disputa comercial entre ambas potencias.

China intensificó la guerra comercial con Estados Unidos al imponer nuevos aranceles a una serie de productos agrícolas provenientes de su mayor socio comercial. A partir del lunes, Pekín comenzó a aplicar gravámenes del 15 % a productos como el trigo, el pollo y el maíz, mientras que la soya, la carne de res, el cerdo y las frutas enfrentarán un impuesto del 10 %. La medida responde a la reciente decisión del presidente Donald Trump de elevar nuevamente los aranceles a productos chinos, lo que ha elevado la tensión entre las dos mayores economías del mundo.
El gobierno chino había anunciado estos nuevos impuestos la semana pasada, justo después de que Trump aumentara los aranceles a las importaciones chinas por segunda vez en su actual mandato. Pekín explicó que los productos enviados antes del lunes y que lleguen a China antes del 12 de abril estarán exentos de estos nuevos gravámenes. Esto significa que el impacto real de las tarifas se verá reflejado en los próximos envíos marítimos de productos agrícolas estadounidenses.
Además de los aranceles, China tomó medidas adicionales para dificultar el comercio con Estados Unidos. Entre ellas, prohibió a 15 empresas estadounidenses comprar productos chinos sin un permiso especial, afectando sectores estratégicos como la tecnología militar. También restringió las operaciones de otras 10 compañías estadounidenses en el mercado chino, lo que podría agravar aún más las tensiones económicas.
Trump ha defendido su estrategia arancelaria como un medio para reactivar la industria manufacturera estadounidense y generar ingresos para el presupuesto federal. A principios de febrero, impuso un arancel del 10 % sobre casi todas las importaciones chinas, aumentando esa cifra al 20 % la semana pasada. La intención de la Casa Blanca es presionar a Pekín en temas clave, incluyendo la reducción del tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos.
El presidente estadounidense también ha ampliado su ofensiva comercial a otros países. Recientemente impuso aranceles del 25 % a Canadá y México, aunque posteriormente suspendió varios de estos gravámenes. Desde el inicio de su mandato, ha aplicado aumentos arancelarios a productos chinos por un valor total de 440.000 millones de dólares, lo que ha elevado la tarifa media estadounidense sobre bienes chinos del 3 % al 39 %. En contraste, la mayoría de los países continúan enfrentando aranceles promedio de solo el 3 %.
A pesar del endurecimiento de las medidas comerciales, tanto Washington como Pekín han dejado abierta la posibilidad de alcanzar un acuerdo. La semana pasada, el ministro de Comercio chino invitó a sus homólogos estadounidenses a una reunión para negociar una posible solución. Por su parte, Trump también ha sugerido que podría estar dispuesto a llegar a un nuevo tratado comercial con China en el futuro.
No es la primera vez en las últimas semanas que China responde con aranceles a las acciones de Trump. Tras el aumento del 10 % en febrero, Pekín impuso gravámenes a la importación de gas natural, carbón y maquinaria agrícola procedente de Estados Unidos. Sin embargo, en esta guerra comercial, Washington tiene una ventaja estratégica debido a su gran volumen de importaciones desde China, lo que le permite imponer más restricciones sin recibir un golpe proporcional en represalia.
No obstante, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, advirtió que las guerras comerciales afectan a ambas partes y llamó a Estados Unidos a reconsiderar su postura. «Las disputas comerciales siempre terminan perjudicando a todos los involucrados», afirmó.
China enfrenta un escenario económico más complicado que en el primer mandato de Trump, con una inversión extranjera debilitada y una crisis inmobiliaria que ha impactado su crecimiento. Sin embargo, el gobierno chino cuenta con estrategias para mitigar el impacto de la guerra arancelaria. Entre ellas, ha reducido impuestos a empresas exportadoras para compensar el efecto de los aranceles estadounidenses, ha trasladado parte del ensamblaje final de productos a países como Vietnam y México, y ha aprovechado la normativa de minimis, que permite a los productos de menos de 800 dólares ingresar a EE. UU. sin pagar impuestos.
El conflicto comercial entre Estados Unidos y China parece lejos de resolverse. Mientras Trump busca reforzar su política proteccionista, China adopta medidas de represalia que afectan sectores clave de la economía estadounidense. Aunque ambas naciones han insinuado estar abiertas a negociaciones, la escalada de tensiones sugiere que el enfrentamiento comercial seguirá marcando las relaciones entre las dos potencias en el futuro cercano.