La Catedral de Chihuahua: 100 años de historia en piedra y fe

La Catedral de Chihuahua es una obra emblemática del barroco mexicano, cuya construcción inició en 1726 y se concluyó un siglo después, en 1826.

En pleno corazón de la ciudad de Chihuahua se alza majestuosa la Catedral Metropolitana, considerada uno de los tesoros arquitectónicos más importantes del barroco mexicano. Ubicada frente a la Plaza de Armas, esta iglesia no solo es símbolo religioso, sino un testimonio tangible del mestizaje cultural que marcó el periodo colonial en la región norte del país.

La historia de esta imponente construcción se remonta a principios del siglo XVIII. Fue en 1718 cuando el antiguo Real de Minas de San Francisco de Cuéllar recibió el nombre de San Felipe del Real, tras ser elevada al rango de villa. Para 1726, el obispo de Durango, Benito Crespo, al constatar el crecimiento y riqueza del lugar durante una visita pastoral, animó a los vecinos a edificar una iglesia que estuviera a la altura de la pujanza del sitio. Aportó siete mil pesos para la obra, a los que se sumaron otros siete mil por parte de los pobladores.

Ese mismo año, el 22 de abril, se colocó la primera piedra de la catedral. El diseño original corrió a cargo del alarife José de la Cruz. Tras su fallecimiento, diversos artistas continuaron la obra, enriqueciendo su diseño con una variedad de estilos, lo que dio como resultado una pieza arquitectónica única, que fusiona elementos indígenas y europeos.

La edificación se levantó sobre una antigua iglesia de adobe dedicada a la Virgen de la Regla y a San Francisco de Asís. Desde su inicio, se proyectó como un templo de una sola nave con cuatro capillas laterales. En su fachada principal, de cantera tallada, destacan seis columnas rodeando nichos y un acceso principal con arco poligonal, en cuya clave dos ángeles sostienen la tiara papal. Las esculturas de los apóstoles decoran los nichos, elevando aún más el carácter sagrado y artístico del inmueble.

Inicialmente bajo la tutela de los jesuitas, la construcción pasó a manos de los franciscanos tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. Finalmente, luego de un siglo de obras y transformaciones, la catedral fue concluida en 1826.

Su diseño exterior está dividido en tres cuerpos, cada uno marcado por molduras y columnas de cantera ocre. El primero destaca por columnas corintias adornadas con follaje; el segundo muestra guirnaldas onduladas; mientras que el tercero luce fustes salomónicos con medallones que señalan el año de su finalización.

La entrada principal está flanqueada por querubines, follajes tallados y símbolos papales. En los niveles superiores pueden verse esculturas de San Pedro, San Judas Tadeo, San Felipe, San Andrés y Santo Tomás, que complementan la rica iconografía cristiana presente en toda la fachada.

Hoy en día, la Catedral Metropolitana de Chihuahua no solo representa una joya del arte barroco, sino también un recordatorio vivo de los cimientos históricos y culturales que forjaron la identidad de la capital del estado.

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