La metanfetamina, barata y potente, se expandió en México, llegando de la clase obrera a la media. Su consumo se ha multiplicado, afectando a miles de jóvenes y generando un grave problema social.

México ha sido escenario de una epidemia de metanfetamina que ha marcado la vida de miles de jóvenes, sobre todo en las clases obreras y medias. Si bien el fenómeno de las drogas sigue siendo dominado por el fentanilo en otros países, en México la metanfetamina se ha convertido en la sustancia de elección para muchas personas, especialmente en zonas como el Bajío, y es impulsada por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que ha logrado infiltrar tanto a la clase obrera como a la clase media. Esta droga, conocida también como ‘cristal’, ‘hielo’ o ‘speed’, se destaca por ser barata y potente, lo que la hace atractiva a quienes buscan un estímulo para mantener su productividad o para prolongar la fiesta, sin necesidad de dormir o alimentarse adecuadamente.
En la primera parte de este reportaje se relataba la historia de Daniel, un joven que se vio atrapado en el mundo del cristal. Inicialmente, su adicción comenzó con el consumo recreativo para mantenerse despierto mientras estudiaba y para seguir siendo parte de la fiesta. Sin embargo, el mercado de metanfetamina se expandió rápidamente a otras capas sociales, alcanzando incluso a la clase media que antes se pensaba a salvo de estas problemáticas. A mediados de la década del 2010, la metanfetamina se infiltró en las escuelas y universidades, especialmente en los jóvenes que, como Daniel, la usaban para cumplir con las demandas de un estilo de vida altamente exigente.
La penetración de esta droga en México fue rápida, con un notable aumento del consumo entre los adolescentes. Las cifras del 2017 mostraron que México lideraba en el consumo de metanfetamina entre estudiantes de secundaria, un fenómeno que ha ido en aumento, generando cada vez más solicitudes de tratamiento por parte de jóvenes entre 14 y 39 años.
Por otro lado, los cárteles, aprovechando la facilidad de producción y el alto margen de ganancias, distribuyeron la droga a través de diversos canales, incluidos las redes sociales, y ganaron una enorme influencia en la economía interna, alimentando la violencia asociada con el narcotráfico. El mercado de la metanfetamina se expandió tanto a la clase baja como a la media, mientras que los efectos devastadores de la droga, como problemas bucales, paranoia y daños psicológicos, pasaban desapercibidos para muchos.
La historia de los pacientes que buscan rehabilitación también muestra la extensión de la epidemia. En centros de rehabilitación como Encuentro con mi Realidad y Claider, la mayoría de los adictos son jóvenes que comenzaron su consumo de forma experimental antes de caer en la adicción total. Sin embargo, también se observa que, a pesar de los intentos por rehabilitarse, la constante tentación y la fácil disponibilidad de la droga hacen que el proceso sea extremadamente difícil.
El consumo de metanfetamina ha afectado a las personas de diversas clases sociales, desde jóvenes de barrios pobres que se involucran en el tráfico de drogas, hasta individuos de clases medias que buscan una forma de evadir sus problemas personales o emocionales. En algunos casos, la adicción ha llevado a situaciones extremas, como la delincuencia y el deterioro físico y mental, como se ve en la vida de Daniel.
Por su parte, los cárteles siguen siendo los principales beneficiarios de la distribución de metanfetamina, mientras que el Estado mexicano sigue luchando por controlar esta crisis. Si bien la lucha contra el narcotráfico ha sido un tema central en la política del país, la metanfetamina sigue siendo una amenaza creciente que continúa afectando la vida de miles de jóvenes.