Maduro convoca nuevas elecciones en Venezuela pese a denuncias de fraude previo; la oposición se divide entre el voto como protesta y el llamado a la abstención.

Nicolás Maduro ha convocado nuevamente a los venezolanos a participar en unas elecciones este domingo, justo un año después de ser acusado por observadores internacionales de manipular los resultados presidenciales. En aquella jornada, a pesar de que el recuento señalaba una clara derrota, el mandatario se adjudicó la victoria y desató una fuerte represión contra los manifestantes, muchos de los cuales siguen encarcelados.
Esta vez, el proceso busca elegir a los miembros de la Asamblea Nacional y a los gobernadores de los 23 estados del país. Sin embargo, no se contará con la presencia de observadores independientes, y tanto analistas como ciudadanos anticipan otra manipulación electoral por parte del régimen. Para los expertos, este ejercicio busca solo proyectar una apariencia de democracia en un entorno donde esta ha sido erosionada sistemáticamente.
En medio del ambiente de desconfianza, la votación ha reabierto viejas divisiones dentro de la oposición. Aunque en 2023 lograron unirse mayoritariamente en torno al exembajador Edmundo González, quien según el Centro Carter obtuvo más del 60% de los votos, hoy las estrategias vuelven a separarlos. María Corina Machado, una de las figuras más populares y carismáticas, ha pedido a los ciudadanos abstenerse, denunciando que el nuevo proceso es una farsa destinada a legitimar un régimen autoritario.
En contraste, figuras como Juan Requesens y Henrique Capriles han optado por participar activamente. Requesens, exdiputado y preso político, ahora busca la gobernatura de Miranda como una forma de mantener viva la esperanza democrática. A pesar del miedo y la vigilancia constante, insiste en que la participación es necesaria para no ceder el terreno al chavismo sin resistencia.
El gobierno, fiel a sus tácticas, ha jugado con la habilitación selectiva de ciertos opositores como Capriles mientras mantiene proscritos a otros como Machado, buscando debilitar la unidad. Además, la reciente detención de Juan Pablo Guanipa, otro político opositor, y de más de 70 personas acusadas de “planear actos violentos”, ha vuelto a dejar en evidencia el uso del aparato judicial y policial para intimidar a los adversarios.
En paralelo, el clima social se mezcla con la desesperanza. El Foro Penal contabiliza alrededor de 900 presos políticos. Muchas personas, incluso simpatizantes de la oposición, se sienten desilusionadas por la falta de resultados tangibles, por el silencio de algunos líderes, y por el temor a represalias. Las encuestas reflejan ese desencanto: solo el 20% de la población dice estar interesada en participar, lo que podría convertir a la abstención en la “ganadora” de la jornada.
Aun así, algunos, como Alexander Azuaje, un joven que fue encarcelado por protestar en 2018 y que recientemente regresó al país tras intentar sobrevivir en Colombia, insisten en que votar es su única herramienta para exigir un cambio. En su caso, el deseo no es político sino profundamente humano: poder trabajar y mantener a su familia en paz.
En esta nueva cita electoral, Venezuela enfrenta nuevamente el dilema entre participar o abstenerse, entre protestar con el silencio o con el sufragio. En un país marcado por la represión, la migración y la crisis económica, ambas decisiones son vistas, por distintas partes de la oposición, como formas válidas de resistencia. El 28 de julio del año pasado sigue siendo un referente para millones de venezolanos; ahora, muchos se preguntan si acudir a las urnas este domingo puede mantener viva esa esperanza o si solo servirá para reforzar un sistema que no permite cambiar el poder por la vía democrática.