En la Zona del Silencio, los nopales adoptan un color púrpura durante el invierno, un fenómeno natural que ha despertado tanto el interés científico como el asombro turístico.

En el desierto del Bolsón de Mapimí, donde se cruzan los territorios de Durango, Coahuila y Chihuahua, crece una de las curiosidades botánicas más fascinantes del norte de México: el nopal morado. Esta especie, que en condiciones normales luce el característico verde del cactus, adquiere un intenso color púrpura durante los meses más fríos del año. Este fenómeno ocurre en plena Zona del Silencio, una región que no solo destaca por sus mitos y leyendas, sino también por su biodiversidad única.
La Zona del Silencio, oficialmente parte de la Reserva de la Biosfera de Mapimí, se extiende a lo largo de una franja desértica de aproximadamente 70 por 90 kilómetros. Desde hace décadas, esta región ha estado rodeada de misticismo. Se han difundido historias que afirman que las ondas de radio no se transmiten adecuadamente, que los relojes dejan de funcionar o que hay una extraña concentración de energía. Aunque la ciencia no ha confirmado la existencia de anomalías electromagnéticas de tal magnitud, lo cierto es que el lugar posee condiciones geológicas y biológicas excepcionales.
En ese entorno tan singular, los nopales desarrollan un mecanismo de defensa ante el estrés ambiental provocado por las bajas temperaturas: una acumulación de antocianinas, pigmentos naturales que les otorgan el tono púrpura. Esta sustancia, común también en otras plantas como las moras o el repollo morado, les ayuda a protegerse de los efectos dañinos del frío extremo y la radiación solar intensa que caracteriza al desierto invernal.
Este proceso, más allá de ser una rareza cromática, es una respuesta biológica al entorno hostil, y forma parte de una adaptación evolutiva que ha llamado la atención de investigadores y biólogos. Al mismo tiempo, se ha convertido en un atractivo turístico para quienes visitan la región buscando experiencias fuera de lo común, entre el paisaje árido, los cielos estrellados y los mitos que alimentan la leyenda de la Zona del Silencio.
A pesar de las explicaciones científicas, la imagen del nopal púrpura sigue despertando la imaginación. Muchos visitantes lo consideran un símbolo de la dualidad entre lo natural y lo desconocido, un recordatorio de que incluso en los ambientes más inhóspitos, la vida encuentra formas sorprendentes de florecer.