El cohete Starship de SpaceX superó récords previos, aunque enfrentó fallos en el despliegue de satélites y el regreso controlado a la Tierra.

El cuarto vuelo de prueba del sistema Starship de SpaceX dejó una mezcla de logros técnicos y contratiempos significativos. Aunque la misión consiguió hitos nunca antes alcanzados por esta nave, también mostró las limitaciones actuales de su diseño y los desafíos que persisten en su desarrollo.
El lanzamiento se realizó con éxito. El cohete propulsor Super Heavy, reutilizado por primera vez en la historia de SpaceX, encendió correctamente sus 33 motores y logró despegar sin incidentes. Este logro marca un paso importante en el objetivo de la compañía de reutilizar completamente sus sistemas de lanzamiento.
La separación entre el propulsor y la nave Starship ocurrió sin contratiempos, pero minutos después, SpaceX perdió contacto con el Super Heavy. Aunque no se esperaba un aterrizaje perfecto, la compañía estaba probando nuevas técnicas que buscaban reducir el consumo de combustible durante el descenso. Finalmente, el propulsor terminó estrellándose tras un intento de reinicio de motores.
Por su parte, Starship, la nave espacial superior, logró avanzar más lejos que en cualquier vuelo de prueba anterior. A diferencia de los intentos anteriores, en los que la nave se destruyó poco después del lanzamiento, esta vez logró avanzar considerablemente en su trayectoria. No obstante, falló en su intento de completar un amerizaje controlado en el Océano Índico. La misión también tenía como objetivo desplegar ocho satélites de prueba, pero la escotilla lateral del vehículo no se abrió completamente, lo que impidió la liberación de la carga en órbita.
Según Dan Huot, portavoz de SpaceX, una fuga en el tanque de combustible provocó la pérdida de control de la nave. Los controladores de misión dejaron de recibir datos de la nave, que comenzó a desviarse de su trayectoria hasta desintegrarse al ingresar de nuevo a la atmósfera terrestre. La compañía tampoco pudo probar otro de los hitos esperados: reencender los motores de Starship en el espacio.
A pesar de las fallas, el vuelo representó avances técnicos importantes y proporcionó a los ingenieros de SpaceX valiosa información sobre cómo mejorar tanto el propulsor como la nave. Estos vuelos de prueba son fundamentales en la visión de Elon Musk de crear un sistema de transporte espacial completamente reutilizable, con capacidad para llevar carga y humanos a destinos como la Luna o Marte.