“Sentí que Dios nos protegió”: testimonio de sobreviviente en Jet Set

Alba Joselin Holguín, una abogada de 48 años, compartió su desgarradora experiencia sobre el colapso del techo en la discoteca Jet Set el 7 de abril, durante el concierto de Rubby Pérez.

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La noche del lunes 7 de abril prometía ser inolvidable para Alba Joselin Holguín, abogada dominicana de 48 años, quien acudió junto a su esposo al club Jet Set para disfrutar del concierto del reconocido merenguero Rubby Pérez. Lo que comenzó como una velada cargada de música, nostalgia y alegría, se convirtió súbitamente en una escena de caos y tragedia cuando el techo del establecimiento colapsó de manera inesperada.

Alba narra que llegaron al lugar con ilusión, ya que era su primera vez viendo a Rubby Pérez en vivo y apenas la segunda vez en décadas que visitaba la discoteca. La noche transcurría con euforia: el público cantaba, bailaba y se tomaba selfies mientras el artista ofrecía un espectáculo vibrante. La discoteca estaba a su máxima capacidad, con alrededor de 700 personas disfrutando del ambiente. Ella y su esposo, por prudencia, rechazaron una mesa más cercana a la tarima, optando por un lugar más apartado, junto a un bar y a poca distancia de una salida de emergencia.

Poco después de la medianoche, exactamente a las 12:40 a.m., ocurrió el desastre. La abogada fue una de las primeras en contactar a los servicios de emergencia, describiendo la escena como devastadora. “¡Se acaba de caer el techo del Jet Set!”, dijo al 911. “¡Aplastó a todo el mundo. Manden a todas las ambulancias que puedan!”

En medio de la confusión, recuerda un momento de silencio absoluto, una pausa inquietante en la que el techo, con toda su estructura, luces y metal, cayó de golpe, a escasos metros de donde ellos se encontraban. Una nube de polvo lo cubrió todo y enseguida se escucharon los gritos de quienes habían sido alcanzados por la caída. A pesar del pánico general, Alba actuó con determinación. Junto a otros asistentes, despejaron la salida de emergencia, bloqueada por muebles, y lograron salir en grupo, en lo que ella describe como un movimiento mecánico, guiado más por la necesidad de sobrevivir que por el miedo.

Al día siguiente, el impacto emocional comenzó a hacerse presente. Aunque se siente profundamente agradecida por haber salido ilesa junto a su esposo, también carga con la tristeza de haber sido testigo de una tragedia que dejó múltiples víctimas. Trata de retomar su rutina, de ir al trabajo y de no exponerse demasiado a las noticias que reviven el dolor del suceso. Pero hay algo que no cambia: su convicción de que fue protegida por una fuerza superior.

“Dios nos protegió”, afirma. “Tuvimos una segunda oportunidad. Y por eso, siento que tengo una misión en esta vida”. Su testimonio es una mezcla de dolor, gratitud y propósito. Para ella, haber sobrevivido es un llamado a valorar cada instante y a compartir su historia como reflejo de fe y esperanza.

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