Activistas denunciaron que parte del café brasileño se produce con trabajo forzoso, instando a EE. UU. a bloquear importaciones de marcas como Starbucks y Nestlé.

La industria del café brasileño enfrenta una fuerte polémica tras las denuncias de que parte de su producción se realiza bajo condiciones de trabajo forzoso, similares a la esclavitud moderna. Coffee Watch, una organización sin fines de lucro, solicitó formalmente al gobierno de Estados Unidos bloquear las importaciones de café provenientes de Brasil que, según ellos, dependen de prácticas de trata de personas y explotación laboral.
Entre las empresas mencionadas se encuentran gigantes como Starbucks, Nestlé, Dunkin’, Illy, McDonald’s y Jacobs Douwe Egberts, dueña de Peet’s Coffee, las cuales habrían obtenido suministros de fuentes potencialmente implicadas en estas irregularidades. La denuncia destaca que no se trata de casos aislados, sino de un sistema profundo que atrapa a millones en la pobreza extrema y a miles en esclavitud, de acuerdo con Etelle Higonnet, directora de Coffee Watch.
Esta petición se presentó justo después de que el grupo International Rights Advocates interpusiera una demanda federal contra Starbucks, en nombre de ocho trabajadores brasileños presuntamente sometidos a condiciones de esclavitud. La demanda busca representar a miles de trabajadores afectados por prácticas similares en la cosecha de café destinado al mercado estadounidense.
Mientras tanto, Starbucks negó cualquier irregularidad, asegurando que mantiene políticas estrictas de abastecimiento ético, respaldadas por su programa de verificación CAFE Practices. Sin embargo, los denunciantes sostienen que las auditorías son insuficientes y carecen de transparencia real.
La situación expone un lado oscuro de la industria cafetera brasileña, históricamente ligada a prácticas esclavistas incluso después de la abolición formal de la esclavitud en 1888. Grupos de derechos humanos y periodistas brasileños han documentado cómo intermediarios ilegales, conocidos como «gatos», reclutan trabajadores de zonas rurales empobrecidas bajo falsas promesas, quienes luego terminan atrapados en deudas y condiciones laborales degradantes.
Reportes recientes revelan que varios productores de la cooperativa Cooxupé, una de las mayores proveedoras de café en Brasil, fueron incluidos en listas negras por someter a trabajadores, incluyendo menores de edad, a condiciones de explotación. Entre las prácticas denunciadas se encuentran la falta de acceso a agua potable, ausencia de salarios dignos y jornadas agotadoras sin equipo de protección adecuado.
Aunque el gobierno brasileño ha intentado intervenir, la naturaleza estacional de la cosecha dificulta una supervisión constante. Mientras tanto, los trabajadores temen represalias de los traficantes y se enfrentan a amenazas de muerte si intentan abandonar las plantaciones o denunciar los abusos.
Los grupos defensores subrayan que el problema está sostenido por cadenas de suministro internacionales y por consumidores que, sin saberlo, perpetúan el ciclo de explotación. «Ningún café producido por esclavos debe llegar a los hogares estadounidenses», enfatizó Higonnet, quien junto a otras organizaciones busca erradicar esta práctica inhumana del comercio global del café.