Trump convierte el Despacho Oval en un reality show al estilo El aprendiz

Trump transforma la diplomacia en espectáculo: expertos ven paralelismos entre su gobierno y el formato de su reality show «El aprendiz».

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Donald Trump ha convertido sus reuniones oficiales con líderes mundiales en una especie de espectáculo televisivo en vivo, muy similar al formato que utilizó en su popular programa de telerrealidad El aprendiz. En lugar de sesiones diplomáticas tradicionales, el Despacho Oval ha pasado a ser el escenario de confrontaciones cargadas de dramatismo, pensadas para captar la atención mediática y demostrar poder ante las cámaras.

En febrero, durante una reunión con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, Trump y su vicepresidente JD Vance atacaron públicamente al mandatario en un intercambio televisado que dejó clara la intención del expresidente de Estados Unidos: generar un momento de alto impacto mediático. Más tarde, en mayo, durante una visita del presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, Trump llegó al punto de presentar un video para respaldar sus afirmaciones falsas sobre un supuesto genocidio de granjeros blancos, usando incluso imágenes que en realidad eran de otro país africano. El encuentro, transmitido en vivo, dejó atónitos a observadores y diplomáticos por igual.

Estas dinámicas, lejos de ser improvisadas, siguen un patrón que recuerda directamente a El aprendiz. Trump prepara el escenario, inicia con saludos formales, permite que sus colaboradores comenten, y finalmente intensifica el conflicto con sus invitados o incluso con la prensa, quienes también forman parte del espectáculo como adversarios retóricos. Como en su antiguo programa, el conflicto no solo es bienvenido, sino que se convierte en el eje central del guion político que él mismo dirige y protagoniza.

El lenguaje corporal en estas reuniones también habla por sí solo. Trump se muestra dominante, a menudo inclinándose sobre sus interlocutores o interrumpiendo de forma agresiva, como ocurrió con Zelenski. Ramaphosa, por su parte, tuvo que mantener la compostura frente a una avalancha de información manipulada. Incluso en encuentros menos confrontativos, como con Nayib Bukele o Giorgia Meloni, el ambiente recuerda más a una competencia televisiva que a una cumbre diplomática. Aquellos que halagan al anfitrión o se suman a sus ataques, como Bukele, suelen salir airosos del set presidencial.

La producción de este “reality diplomático” no se limita al Despacho Oval. Continúa en redes sociales, donde Trump y otros protagonistas de sus escenas televisadas, como Elon Musk, intercambian golpes digitales que amplifican aún más la atención pública. El caso más reciente fue la confrontación con el canciller alemán Friedrich Merz, donde Trump utilizó su plataforma Truth Social para responder en tiempo real a los señalamientos, mientras Musk hacía lo propio en X.

En este entorno político-mediático, donde la diplomacia se convierte en espectáculo y los líderes mundiales son actores secundarios del protagonismo trumpiano, el Despacho Oval ha perdido parte de su solemnidad histórica para convertirse en un set más de la versión presidencial de El aprendiz. La lógica del “estás despedido” sigue viva, solo que ahora se transmite en directo desde la Casa Blanca.

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