Trump llama “animales” a quienes protestan contra redadas migratorias

Trump defiende el despliegue militar en Los Ángeles y califica a manifestantes contra deportaciones como “animales que portan banderas extranjeras”.

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Durante un discurso pronunciado en Fort Bragg, Carolina del Norte, el presidente Donald Trump respaldó con vehemencia el despliegue de la Guardia Nacional y de infantes de Marina en la ciudad de Los Ángeles, donde desde hace cinco días se han desarrollado protestas contra las redadas masivas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). En una declaración provocadora, el mandatario calificó a los manifestantes como “animales que portan banderas extranjeras”, intensificando su discurso contra quienes ejercen su derecho constitucional a la protesta.

Trump insistió en que la movilización de tropas fue crucial para evitar un supuesto caos generalizado, afirmando que “sin mi intervención directa, Los Ángeles estaría en llamas ahora mismo”. Esta afirmación se suma a la narrativa de desorden que el presidente ha promovido en los últimos días, con la intención de justificar el uso de fuerzas militares en territorio nacional para responder a manifestaciones que, según autoridades locales, han sido en gran parte contenidas y bajo control.

El tono del presidente ha generado alarma entre líderes demócratas y defensores de los derechos civiles, quienes ven en sus palabras un intento de deshumanizar a los opositores políticos y sembrar miedo entre la población. Al presentar a los manifestantes como una amenaza violenta y foránea, Trump refuerza una visión autoritaria en la que el uso de la fuerza militar se convierte en herramienta legítima para sofocar la disidencia.

Además, el lenguaje utilizado en Fort Bragg contrasta con la tradición de neutralidad política de las Fuerzas Armadas, generando preocupaciones sobre la manipulación institucional con fines personales. El discurso coincide con su estrategia de proyectar fuerza y control en un contexto de crecientes tensiones sociales por las políticas migratorias de su administración.

A pesar de que los disturbios han sido aislados y condenados incluso por los organizadores de las protestas, el presidente ha optado por presentar a toda la movilización como un acto violento que amenaza la estabilidad nacional. Esta retórica se inscribe en un patrón conocido: apelar al miedo y a una imagen de confrontación para reforzar su figura como líder de mano dura en tiempos de crisis.

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