Trump analiza eliminar algunos aranceles automotrices, lo que podría aliviar a México si sus fábricas cumplen con reglas del T-MEC.

El expresidente estadounidense Donald Trump, quien busca regresar a la Casa Blanca, ha decidido dar marcha atrás en parte de su política arancelaria hacia la industria automotriz. De acuerdo con información publicada por el Financial Times, el republicano planea eliminar algunas de las tarifas más onerosas que afectan actualmente a los fabricantes de automóviles, medida que podría tener implicaciones favorables para México, uno de los principales exportadores de vehículos a Estados Unidos.
Aunque este anuncio ha sido recibido con expectativa, Trump no contempla levantar las tarifas impuestas a autopartes ni a materiales provenientes de China, que seguirán siendo sujetos a cargas arancelarias considerables. Además, se mantendría el arancel del 25% a todas las importaciones de vehículos fabricados fuera de Estados Unidos, política que entrará en vigor el 3 de mayo.
Este aparente cambio de rumbo obedece en parte a la presión ejercida por ejecutivos de la industria automotriz, que han advertido sobre el impacto negativo que estas medidas podrían tener en las economías tanto de Estados Unidos como de sus socios comerciales. John Elkann, presidente del grupo automotriz Stellantis, expresó recientemente que tanto las industrias automotrices estadounidenses como las europeas están en una situación de riesgo ante esta política comercial restrictiva.
México, que alberga plantas clave de Stellantis en Toluca y Saltillo —donde se fabrican modelos como el Jeep Compass y la Ram Promaster—, ha sido directamente afectado por los aranceles. Algunas de estas operaciones incluso se vieron obligadas a detener temporalmente su producción. Ante ello, Trump ha ofrecido una exención parcial para México y Canadá, siempre que las fábricas de ambos países cumplan con los requisitos de contenido regional establecidos en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Esta política permitiría aplicar el arancel del 25% solo a aquellas piezas o vehículos que, aunque ensamblados bajo el marco del T-MEC, no cuenten con el porcentaje requerido de contenido estadounidense. Aunque los detalles todavía no han sido completamente definidos, esta flexibilización representa una ventana de oportunidad para los fabricantes que operan en territorio mexicano.
En paralelo, Trump continúa insistiendo en su agenda de relocalización industrial, promoviendo el retorno de la manufactura automotriz a suelo estadounidense. Uno de sus logros más recientes en esta línea fue convencer a Honda de cambiar sus planes de producir el modelo híbrido Civic en Guanajuato, México, para fabricarlo en Indiana, Estados Unidos.
Aún quedan por definirse muchos aspectos sobre la implementación de estas medidas, pero la posibilidad de reducir algunas de las barreras comerciales más agresivas plantea un nuevo escenario para la industria automotriz de América del Norte, con México jugando un papel estratégico.