Un gen compartido, SHOX, tiene un efecto más fuerte en los hombres y explicaría una parte importante de la diferencia de estatura.

Aunque la diferencia de estatura entre hombres y mujeres —de aproximadamente 13 centímetros en promedio— es ampliamente conocida, su origen biológico seguía siendo un misterio en gran parte. Sin embargo, un nuevo estudio publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences sugiere que parte de la explicación está en la genética, particularmente en la acción del gen SHOX, presente en los cromosomas sexuales.
Investigadores analizaron datos de casi un millón de personas recopilados en biobancos del Reino Unido y Estados Unidos para evaluar cómo influye el número de cromosomas sexuales en la estatura. Al estudiar a 1225 personas con cromosomas X o Y ausentes o adicionales —casos poco comunes pero útiles para este tipo de investigación—, los científicos encontraron que tener un cromosoma Y extra aportaba más estatura que un cromosoma X adicional, lo cual confirmó su hipótesis.
El gen SHOX, relacionado con el crecimiento óseo y la estatura, se encuentra en ambos cromosomas sexuales. Pero mientras que en las mujeres gran parte de uno de los cromosomas X está inactivo, los hombres tienen tanto un cromosoma X como un Y activos, cada uno con su copia funcional del SHOX. Esto les proporciona una mayor dosis efectiva del gen, lo que contribuye a una mayor estatura promedio.
El efecto, aunque modesto, es significativo: los investigadores estiman que esta diferencia genética explica alrededor del 25% de la diferencia promedio de estatura entre sexos. El resto de la brecha se atribuye principalmente a diferencias hormonales, especialmente a la influencia de la testosterona durante la pubertad, además de otros factores genéticos aún en estudio.
Matthew Oetjens, genetista del Geisinger College of Health Sciences y autor principal del estudio, detalló que el gen SHOX está ubicado en una zona cercana al extremo de los cromosomas sexuales, donde algunos genes logran evitar el silenciamiento habitual del segundo X en mujeres. Sin embargo, en términos de activación, los hombres siguen teniendo una ventaja.
Expertos como Eric Schadt, genetista del Mount Sinai de Nueva York, han elogiado el estudio por su uso innovador de grandes bases de datos genéticos para abordar una pregunta tan básica como trascendente. “Aunque el efecto es modesto, explica más o menos el 20 por ciento de la diferencia de estatura”, indicó.
Este hallazgo no solo ayuda a comprender mejor el desarrollo físico humano, sino que también refuerza el valor del estudio genético a gran escala para desentrañar diferencias biológicas fundamentales entre hombres y mujeres.