Wall Street expresa su molestia por los aranceles impulsados por Trump

Wall Street manifiesta su molestia por los aranceles impulsados por Trump, temiendo consecuencias negativas para la economía y los mercados financieros.

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Los principales inversionistas de Wall Street atraviesan un periodo de frustración e incertidumbre tras la reciente decisión del presidente Donald Trump de seguir adelante con sus planes arancelarios, a pesar de las múltiples advertencias y llamados por parte del sector financiero. En un escenario poco común para los magnates de las finanzas, la élite bursátil observa desde la barrera cómo el mercado se desploma y sus influencias tradicionales parecen insuficientes para frenar las políticas del presidente.

Desde el anuncio de la nueva ronda de aranceles, los líderes empresariales han agotado todas las vías posibles para revertir la decisión. Directores ejecutivos de bancos como JPMorgan Chase se reunieron en privado con el secretario de Comercio, y los grandes donantes de la campaña de reelección de Trump intentaron ejercer presión a través de llamadas a altos funcionarios de la Casa Blanca. Sin embargo, todos esos esfuerzos resultaron infructuosos.

En redes sociales, figuras influyentes como William Ackman, gestor de fondos, advirtieron que los aranceles podrían tener un efecto devastador en la economía global. Otros multimillonarios como Andrew Hall expresaron su apoyo a estas críticas, cuestionando la inacción de otros líderes financieros ante lo que consideran una medida perjudicial.

Incluso Jamie Dimon, de JPMorgan, se sumó a las advertencias con una carta en la que expuso los riesgos que los aranceles representan para la confianza económica. Por su parte, Laurence Fink, presidente de BlackRock, se mostró aún más directo, sugiriendo que la economía ya se encuentra en recesión y que los efectos de los aranceles recaerán sobre una amplia gama de consumidores, desde sectores industriales hasta artículos de uso cotidiano como muñecas Barbie.

El desconcierto se intensifica por el hecho de que Trump, durante su primer mandato, se apoyó en los buenos resultados bursátiles como prueba de su éxito económico. Ahora, con un mercado tambaleante —el S&P 500 se encuentra casi un 18% por debajo de su punto máximo reciente—, los grandes jugadores financieros se ven obligados a revisar sus estrategias.

Algunos bancos ya están considerando ajustes en la valuación de préstamos a empresas con grado de inversión y monitorean con atención el mercado privado de préstamos, preocupado por una posible contracción de gran escala. Aunque los ejecutivos reconocen que sus preocupaciones podrían parecer ajenas al ciudadano promedio, insisten en que las políticas comerciales de Trump representan una amenaza real para toda la economía estadounidense.

Desde la Casa Blanca, el portavoz Kush Desai defendió la postura del presidente, asegurando que los aranceles buscan corregir déficits comerciales crónicos y priorizan el beneficio del pueblo estadounidense. No obstante, dentro de Wall Street crece la sensación de que su influencia ha disminuido. Algunos ejecutivos incluso sugieren cambiar de enfoque: en lugar de intentar frenar por completo los aranceles, proponen negociar reducciones específicas para los sectores más vulnerables.

Así, lo que comenzó como un intento de persuasión se ha transformado en una estrategia de contención. Lejos de intentar modificar la postura del presidente, los gigantes financieros ahora buscan blindar sus instituciones ante una política que consideran inminente y peligrosa. Incluso voces críticas como Ackman han comenzado a matizar sus declaraciones, reconociendo que los aranceles pueden tener una función estratégica, siempre y cuando se apliquen con tiempo y de forma racional.

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