El efecto Trump se refleja en elecciones globales: rechazo al estilo MAGA impulsa a líderes centristas

La influencia de Trump ya genera efectos en elecciones de Canadá, Australia y otros países, donde los votantes han favorecido la estabilidad y rechazado políticas al estilo MAGA.

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A solo tres meses de haber regresado al poder, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya está moldeando indirectamente la política global. Sus políticas proteccionistas, sus ataques a aliados tradicionales y el estilo confrontativo de su movimiento MAGA han comenzado a influir en procesos electorales de otras naciones, generando efectos políticos que, irónicamente, no siempre favorecen a quienes lo admiran.

Las recientes elecciones en Canadá y Australia ofrecen ejemplos claros de este fenómeno. En ambos países, los partidos conservadores que coquetearon con propuestas o estilos afines a Trump fueron derrotados por sus rivales de centroizquierda, quienes ganaron incluso cuando sus propias perspectivas no eran prometedoras antes del retorno del republicano a la Casa Blanca. En ambos casos, los líderes conservadores no solo perdieron la contienda, sino también sus propios escaños parlamentarios.

En Canadá, el primer ministro Mark Carney basó su campaña en una posición abiertamente anti-Trump, advirtiendo sobre los riesgos que representa para la economía nacional un presidente estadounidense dispuesto a imponer aranceles y romper alianzas. En contraste, Pierre Poilievre, líder conservador, no se distanció del trumpismo, lo que contribuyó a su derrota.

En Australia, el primer ministro Anthony Albanese no centró su campaña en Trump, pero sí capitalizó el temor generalizado sobre los efectos negativos de su política internacional. Peter Dutton, el líder conservador, intentó suavizar algunas propuestas inspiradas en Trump, como la reducción drástica del sector público, pero no logró desvincularse del todo de esa asociación perjudicial.

En otros rincones del mundo, la sombra del trumpismo también se deja sentir. En Singapur, el Partido de Acción Popular fue reelegido con una estrategia de «refugio en la estabilidad», ante los temores de que las guerras comerciales impulsadas por Trump impacten negativamente su economía orientada al comercio internacional.

Alemania, aunque no celebró elecciones recientemente, vive repercusiones posteriores a la llegada de Trump. El nuevo canciller, Friedrich Merz, ha utilizado el cambio en la política estadounidense para justificar medidas fiscales más flexibles, argumentando que el compromiso de EE.UU. con la defensa europea ya no es confiable. El vínculo entre la extrema derecha alemana y el movimiento MAGA, incluso con el respaldo de figuras como Elon Musk, no ha resultado en éxito electoral.

En Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer adoptó una postura diplomática hacia Trump, evitando confrontaciones. No obstante, esta estrategia no le reportó beneficios. Su partido perdió fuerza en elecciones locales, mientras que Reform UK, liderado por el aliado trumpista Nigel Farage, obtuvo avances inéditos, incluidas dos alcaldías y numerosos escaños municipales.

A pesar de estos matices, una tendencia general parece estar emergiendo: en muchas democracias, el regreso de Trump ha reactivado un rechazo ciudadano hacia políticas polarizantes, beneficiando a líderes que promueven estabilidad y moderación. Sin embargo, la respuesta no es uniforme y en algunos contextos, como el británico, los populismos alineados con Trump aún logran avances.

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