Hablar dormido, conocido como somniloquia, es un trastorno del sueño ligado al estrés, al contenido de los sueños o a la genética, y puede reflejar el estado emocional de la persona.

Hablar dormido es un fenómeno que muchas personas han presenciado o experimentado. Conocido en psicología como somniloquia, este comportamiento pertenece al grupo de las parasomnias, es decir, conductas inusuales que se manifiestan durante el sueño. Aunque a menudo se asume como algo inofensivo, puede ser señal de algo más profundo en el plano emocional o neurológico.
Las personas que hablan mientras duermen pueden hacerlo en diferentes tonos: desde murmullos y frases incomprensibles, hasta gritos o incluso discusiones completas. Estos episodios suelen desconcertar a quienes conviven con alguien que los presenta, especialmente cuando van acompañados de expresiones emocionales intensas.
Según la psicología, existen varias causas detrás de este comportamiento. Una de ellas es la relajación incompleta del cerebro durante ciertas etapas del sueño, como el REM y el no REM. En estas fases, algunas áreas cerebrales pueden activarse parcialmente, generando la emisión de palabras o sonidos.
El estrés emocional también juega un papel clave. Niveles elevados de ansiedad, preocupaciones diarias o conflictos internos pueden reflejarse durante el descanso nocturno a través de la somniloquia. A veces, lo que se dice guarda relación con lo que se está soñando, aunque no necesariamente tenga sentido para quien escucha.
En algunos casos más complejos, hablar dormido puede estar asociado con condiciones neurológicas o psicológicas más serias, como el trastorno por estrés postraumático, el sonambulismo o los terrores nocturnos. Además, se ha observado un posible componente hereditario, lo cual explicaría por qué algunas familias tienden a presentar más casos que otras.
Para reducir los episodios de somniloquia, los especialistas recomiendan mantener una higiene del sueño adecuada. Esto incluye acostarse y levantarse a la misma hora cada día, evitar cenas pesadas, manejar el estrés, evitar estimulantes como el alcohol o la cafeína antes de dormir, y minimizar el uso de pantallas electrónicas en la noche.
Un ambiente de descanso oscuro, silencioso y con temperatura controlada puede marcar una gran diferencia. También es importante asegurarse de dormir entre 7 y 9 horas por noche, como se recomienda para los adultos.
Si hablar dormido se vuelve frecuente, especialmente si ocurre junto a otros trastornos como el sonambulismo, lo más recomendable es consultar con un médico o especialista en sueño para descartar causas más serias y recibir un tratamiento adecuado.