Colorado fue escenario de un ataque planeado por un año por Mohammed Soliman, quien usó fuego para herir a un grupo judío durante la celebración de Shavout, informó el FBI.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) reveló que el ataque perpetrado por Mohammed Sabry Soliman en el centro de Boulder, Colorado, fue cuidadosamente planeado durante poco más de un año. El atentado, que tuvo lugar al inicio de la festividad judía de Shavout, dejó un saldo de ocho personas heridas con quemaduras de diversos grados. Las víctimas, cuyas edades oscilan entre los 52 y 88 años, participaban en una reunión semanal en la zona peatonal de Pearl Street, un área frecuentada por la comunidad judía local.
Según las autoridades federales, Soliman, de 45 años, se presentó en el sitio armado con cócteles molotov y un lanzallamas improvisado. En el momento del ataque, gritó “Palestina libre” antes de prender fuego a los asistentes, en lo que las investigaciones califican como un acto con motivaciones políticas y antisemitas. El FBI determinó que su intención era herir directamente a lo que él identificó como “grupos sionistas”, motivado por su postura respecto a la situación en Gaza y la presencia de rehenes israelíes.
Durante su detención, Soliman confesó a un agente federal que aún tenía la intención de llevar a cabo más ataques contra miembros de esta comunidad. Ante la gravedad del acto, la secretaria de Justicia Pam Bondi afirmó que será procesado “con todo el peso de la ley”, subrayando que este tipo de violencia no tendrá cabida ni justificación alguna bajo la legislación estadounidense.
El atentado se cometió en una zona reconocida tanto por su alto tránsito peatonal como por su significativa presencia de personas de origen judío. Pearl Street ha sido escenario frecuente de manifestaciones relacionadas con el conflicto palestino-israelí, lo que refuerza la hipótesis de que Soliman eligió este lugar de forma deliberada para causar el mayor impacto posible durante una fecha religiosa importante.
El caso ha provocado una fuerte reacción entre autoridades federales y grupos de derechos civiles, quienes exigen que el crimen sea tratado como un acto de terrorismo doméstico y discurso de odio. Mientras tanto, las víctimas siguen recibiendo atención médica, y la comunidad local se encuentra conmocionada por la magnitud del ataque y el nivel de planificación involucrado.
