Habitantes de Gaza disfrazan sus súplicas de ayuda como videos de moda en TikTok para burlar el algoritmo y mostrar su realidad: una lucha diaria contra el hambre y el olvido.

En medio del conflicto que azota a Gaza, una nueva forma de resistencia ha comenzado a tomar fuerza en TikTok. Personas afectadas por la crisis humanitaria están recurriendo a un método inusual pero poderoso para hacer llegar su mensaje al mundo: disfrazan sus súplicas bajo contenido popular como “Cute Summer Outfit” o “Get Ready With Me”. Lo que empieza como un video aparentemente trivial —una recomendación de ropa, un peinado de verano o un momento de rutina diaria— termina convirtiéndose en una súplica directa por comida, agua o ayuda médica.
Este fenómeno no es casualidad. TikTok, como muchas otras plataformas, prioriza contenidos ligeros y visualmente atractivos, mientras que suele censurar o limitar el alcance de videos relacionados con guerras, injusticias o denuncias sociales. Para lograr que sus voces no sean enterradas por el algoritmo, los habitantes de Gaza han aprendido a «engañarlo», escondiendo su realidad tras la estética viral. La estrategia consiste en usar hashtags de moda o entretenimiento, captar la atención en los primeros segundos y luego revelar la verdad: casas destruidas, familias sin alimento, niños hambrientos.
Este tipo de camuflaje digital ha sido documentado también en Siria, donde incluso se ha reportado que TikTok retiene hasta un 70 % de las donaciones realizadas en transmisiones en vivo, según investigaciones de la BBC. Tanto en Gaza como en otros territorios en conflicto, la plataforma ha sido usada no solo como medio de expresión, sino como herramienta de supervivencia, aunque no exenta de controversias sobre explotación, censura y lucro.
Lo más impactante es que muchos de estos videos se viralizan precisamente porque rompen la expectativa. Usuarios que esperaban ver un conjunto de verano o un tip de belleza se encuentran, de pronto, con una familia que llora, con niños que piden pan, con frases como “We are starving”. Esta disonancia genera curiosidad, empatía, pero también una fuerte crítica: ¿es necesario disfrazar el sufrimiento para que sea escuchado?
Ante esta realidad, crece la responsabilidad colectiva: no ignorar estos mensajes, no mirar hacia otro lado. Detrás de cada hashtag de moda podría haber una historia que necesita ser contada. La solidaridad en la era digital no solo pasa por donar, sino por compartir, por amplificar, por detenerse a mirar. Y sobre todo, por exigir a las plataformas que no silencien lo que más urge ver.