Elon Musk enfrenta críticas por las turbinas de gas que alimentan Grok en Memphis, operando a 400 MW sin los permisos requeridos, lo que genera preocupación por la contaminación y la salud pública.

Elon Musk y su startup de inteligencia artificial, xAI, están en el centro de una polémica relacionada con el uso de turbinas de gas natural para alimentar su gigantesco centro de datos Colossus en Memphis. Esta instalación, donde se entrenan modelos de IA con cientos de miles de chips especializados, requiere una enorme cantidad de energía. Para satisfacer esta demanda, xAI instaló 35 turbinas de gas que operaron sin los permisos necesarios, según denuncia el Southern Environmental Law Center (SELC).
El SELC acusa a la compañía de operar estas turbinas sin obtener los permisos preceptivos para su construcción y funcionamiento, lo que viola la Ley de Aire Limpio de Estados Unidos. Ante la falta de información clara por parte de xAI y las autoridades locales, el SELC realizó una investigación con fotografía aérea y cámaras térmicas, que confirmaron que las turbinas seguían en operación. A mediados de junio, aunque se había reducido el número a 26 turbinas, la capacidad de generación eléctrica se mantenía cerca de los 407 MW, solo ligeramente por debajo del máximo alcanzado en marzo.
Por otro lado, la Cámara de Comercio de Gran Memphis ha salido en defensa de xAI, asegurando que las turbinas son temporales y que se planea su retirada en los próximos meses una vez que el centro de datos se conecte a la red eléctrica oficial. Sin embargo, esta situación ha generado preocupación debido al impacto ambiental, especialmente porque Memphis es una de las ciudades con peor calidad de aire en Estados Unidos, y ha sido nombrada «capital del asma» por sus altas tasas de urgencias médicas vinculadas a esta enfermedad respiratoria.
Las turbinas de gas pueden emitir miles de toneladas anuales de óxidos de nitrógeno, precursores del esmog y de daños a la salud pública. Este caso ejemplifica cómo la infraestructura energética necesaria para soportar la carrera por desarrollar modelos de inteligencia artificial avanzados puede tener costos ambientales significativos, y cómo en ocasiones se toman atajos regulatorios que ponen en riesgo a las comunidades locales.