En plena tensión por protestas en EE. UU., Trumpistas atacan a Sheinbaum con falsedades, ignorando su cooperación clave en migración y seguridad.

Mientras estallan protestas en ciudades como Los Ángeles y se despliegan fuerzas militares estadounidenses para “asegurar las calles”, figuras cercanas al expresidente Donald Trump han comenzado a culpar a México por la agitación social. Entre ellos destaca el activista de derecha Charlie Kirk, quien difundió desinformación acusando falsamente a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, de incitar a una revuelta dentro de Estados Unidos, señalándola incluso como una amenaza mayor que Vladimir Putin.
Estas afirmaciones sin sustento llegaron hasta la propia Casa Blanca. Kristi Noem, actual secretaria de Seguridad Nacional, replicó los señalamientos sin verificar los hechos, acusando a Sheinbaum de alentar la violencia en las protestas. Sin embargo, la mandataria mexicana ha condenado públicamente los actos violentos, dejando claro que no avala ni apoya este tipo de manifestaciones. En palabras de Sheinbaum, “la quema de patrullas parece más un acto de provocación que de resistencia”.
Desde su llegada al poder el 1 de octubre, Claudia Sheinbaum ha sido una aliada confiable para Washington. Ha apoyado las políticas migratorias de Trump reduciendo el flujo de migrantes, combatiendo el tráfico de personas y de drogas, y ha evitado confrontaciones políticas innecesarias. En vez de provocar tensiones, su gobierno ha ayudado a suavizar los conflictos comerciales y ha cooperado activamente en temas clave como el combate al fentanilo, logrando importantes decomisos y detenciones.
Los ataques mediáticos desde Washington podrían avivar posturas beligerantes entre los halcones políticos que promueven incursiones militares contra los cárteles en territorio mexicano. Aunque esto puede sonar atractivo para ciertos sectores pro-Trump, la realidad es que dichas operaciones no eliminarían a los cárteles y solo complicarían la relación bilateral, afectando temas estratégicos como comercio, seguridad y migración. Una escalada de ese tipo podría encender aún más las protestas tanto en Estados Unidos como en México.
Pese a las simpatías naturales que muchos mexicanos sienten hacia sus connacionales enfrentando deportaciones, México no busca provocar a su principal socio comercial, con quien mantiene una relación económica de más de 840 mil millones de dólares anuales. Aunque algunas voces del partido Morena han usado un lenguaje nacionalista en medio de las protestas, no hay evidencia de un intento serio por “reconquistar” California ni algo similar.
Las cifras muestran que México ha hecho su parte. Aunque durante el gobierno de Biden los cruces fronterizos alcanzaron niveles históricos, en 2024 comenzaron a descender con nuevas restricciones. Bajo Trump, solicitar asilo fue prácticamente imposible y, en respuesta, México desplegó su Guardia Nacional y endureció sus acciones contra los traficantes. Como resultado, los encuentros fronterizos cayeron drásticamente en abril y también se redujo el tráfico de fentanilo en más de 60 por ciento.
México ha ido más allá incluso en temas de extradición. En febrero, Sheinbaum ordenó transferir a 29 presuntos capos del narcotráfico —entre ellos Rafael Caro Quintero— a autoridades estadounidenses, lo que constituyó un acto inédito de colaboración que desafió incluso a los defensores legales de los acusados en México.
Ciertamente, México aún enfrenta graves problemas como la corrupción estructural. Sin embargo, este problema también está presente en agencias estadounidenses como la CBP, cuyos funcionarios han sido condenados por colaborar con redes criminales. Sheinbaum, por su parte, gobierna en un país democrático con pluralismo y oposición activa, incluso ante reformas judiciales polémicas. Aun así, mantiene una aprobación superior al 70%, posicionándola entre las mandatarias más populares del mundo.
Romper con un aliado como México no solo sería insensato, sino contraproducente. Estados Unidos necesita una relación funcional con su vecino del sur, no una confrontación innecesaria basada en teorías conspirativas. La administración de Trump debería apostar por el pragmatismo, continuar la cooperación con Sheinbaum y evitar que la demagogia dañe una relación tan estratégica.