Poner el aire a 16 °C no enfría más rápido, pero sí dispara el recibo de luz, desgasta el equipo y puede causar problemas de salud.

Con la llegada del verano y las altas temperaturas que lo acompañan, muchos hogares recurren al aire acondicionado como el recurso más efectivo para mitigar el calor. Sin embargo, un error común es programarlo a 16 grados centígrados con la esperanza de enfriar la habitación rápidamente. Esta práctica, lejos de ser eficiente, puede resultar perjudicial tanto para tu economía como para el propio equipo.
Especialistas advierten que ajustar el aire a 16 °C provoca un aumento considerable en el consumo de energía. El compresor trabaja al máximo durante más tiempo, lo que se traduce en un incremento de hasta el 30 % en la factura eléctrica. Además, este esfuerzo constante reduce la eficiencia del equipo y lo expone a un desgaste acelerado, elevando las probabilidades de fallas mecánicas y averías costosas.
En condiciones extremas, el sobreuso puede llevar a la acumulación de hielo en el evaporador, lo cual limita el flujo de aire e incluso puede generar fugas de agua. Otro efecto negativo es el deterioro del confort térmico, ya que el cuerpo humano sufre al pasar bruscamente de un ambiente muy frío a uno caluroso, lo que podría derivar en dolores de cabeza, resequedad de mucosas o malestar general.
Desde el punto de vista funcional, esta mala práctica también impide una deshumidificación adecuada. Si el aire no alcanza una temperatura estable, no logra eliminar correctamente la humedad ambiental, dando lugar a espacios fríos pero húmedos y pegajosos, lo cual es incómodo y poco saludable.
Por estas razones, se recomienda mantener el aire acondicionado en un rango de 24 a 26 grados centígrados. Esta temperatura permite un enfriamiento eficiente y constante sin comprometer el rendimiento del sistema ni generar un alto gasto energético. El uso del modo “auto” o “comfort” —si está disponible— es otra alternativa inteligente, ya que regula de forma automática el funcionamiento del compresor y del ventilador para mantener una temperatura estable y agradable.
Además, mantener limpios los filtros y revisar periódicamente el nivel de gas refrigerante puede aumentar hasta en un 15 % el rendimiento del equipo. Estas simples acciones contribuyen a prolongar la vida útil del aparato, reducir el consumo eléctrico y ofrecer un ambiente fresco, saludable y confortable durante los días más calurosos del año.