La explosión de Starship en Texas resalta los desafíos técnicos y logísticos que enfrenta SpaceX para concretar el ambicioso plan de colonizar Marte en 2026.

Una explosión ocurrida durante una prueba terrestre rutinaria de la nave Starship en las instalaciones de SpaceX en Starbase, Texas, reavivó las dudas sobre la viabilidad de llevar adelante uno de los proyectos más ambiciosos de Elon Musk: establecer una colonia humana autosuficiente en Marte. El accidente, que generó una nube de fuego y humo, fue el cuarto percance serio del año con este vehículo, y podría afectar seriamente los plazos previstos por la compañía.
Musk había delineado su plan para conquistar Marte durante una charla reciente con empleados, enfocando todo el esfuerzo de SpaceX en lograr enviar hasta cinco naves Starship con carga no tripulada durante la próxima ventana de transferencia planetaria, que se abrirá a finales de 2026. Estas oportunidades ocurren solo cada 26 meses, cuando Marte y la Tierra están alineados de forma óptima para viajes espaciales más cortos y menos costosos.
Pero los obstáculos técnicos se multiplican. La nave Starship ha experimentado fallos repetidos: desde explosiones poco después del despegue hasta reentradas fallidas que terminan en descensos incontrolados. Incluso los modelos más avanzados, como la Versión 2 que ofrece 25% más capacidad de propelente, no han logrado culminar sus vuelos con éxito. Musk considera que al menos tres grandes iteraciones tecnológicas son necesarias para alcanzar una versión confiable.
A esto se suma una hazaña nunca antes realizada: la transferencia autónoma de combustible en órbita terrestre entre naves cisterna Starship, una maniobra esencial para cargar suficiente propelente criogénico (metano y oxígeno líquido) que permita a la nave salir de la órbita terrestre rumbo a Marte. Expertos subrayan la complejidad de manipular líquidos en microgravedad, y aún no está claro cuántas naves cisterna serán necesarias para una sola misión marciana.
Pero alcanzar Marte es solo una parte del desafío. La reentrada en su atmósfera plantea riesgos mayores que regresar a la Tierra. La fricción con el aire marciano —rico en dióxido de carbono— podría oxidar e incluso destruir el escudo térmico de la nave, una tecnología que aún no ha sido perfeccionada. Musk reconoció que este punto es “uno de los más difíciles” y podría tomar años resolverlo.
La colonización humana complica aún más el panorama. El viaje de seis a nueve meses expondría a los astronautas a altos niveles de radiación, y requeriría un sistema de soporte vital casi perfecto. Además, para el regreso a la Tierra se necesitaría una infraestructura de producción de combustible en Marte que hoy solo existe en planos teóricos.
Pese a todos estos retos, SpaceX mantiene su objetivo. Los expertos están divididos: algunos elogian el empuje visionario de Musk y recuerdan que SpaceX ha cumplido muchas metas aparentemente imposibles en el pasado, aunque con demoras. Otros advierten que la escala logística del proyecto es monumental y aún carece de elementos críticos como una estrategia integral de retorno o la creación de instalaciones autosuficientes en Marte.
En palabras del físico planetario Phil Metzger, “SpaceX todavía está dentro del margen de resultados esperados, pero estamos llegando al punto en que uno empieza a preocuparse”. Aún así, el proyecto mantiene viva la ambición de convertir a la humanidad en una especie multiplanetaria, con todos los riesgos que ello implica.